¿Verdadero, falso, engañoso, insostenible? Aprendiendo a chequear el discurso público
¿Cuánto de lo que leemos y escuchamos en el discurso público está basado en evidencias? ¿Qué pasaría si los jóvenes estuvieran entrenados en la capacidad de analizar críticamente la información que reciben continuamente a través de los medios?
En 2016 Chequeado, organización argentina sin fines de lucro dedicada mejorar la calidad del debate público a través del fact-checking (verificación del discurso público) y la promoción del acceso a la información y la apertura de datos, comenzó a implementar el proyecto “Chequeado+, el futuro del debate”. Se trata de un módulo de formación presencial que busca que estudiantes de escuelas secundarias aprendan a buscar evidencia dentro del discurso público y a debatir utilizando datos y hechos que les den sustento a sus posiciones y opiniones, dejando de lado los sesgos y prejuicios en sus argumentaciones.
En su primera etapa el proyecto se desarrolló en el marco de los Modelos de Naciones Unidas y el Modelo del Poder Legislativo Nacional y alcanzó a 1200 estudiantes. Estos Modelos se realizan periódicamente en todo el mundo hace más de 20 años y proponen dinámicas de simulación en las cuales grupos de estudiantes toman el rol de diplomáticos de diferentes países o legisladores para entablar debates sobre algunos de los temas más relevantes de la escena geopolítica nacional e internacional.
La clave del proyecto es ofrecer a los estudiantes un protocolo claro y de fácil aplicación para la verificación del discurso, incluyendo la identificación de frases contrastables y la capacidad de cotejarlas con fuentes válidas, que los estudiantes puedan luego utilizar tanto para chequear la información que reciben como para construir discursos propios basados en evidencias.
¿Cómo funciona?
Se trata de un módulo que combina capacitación presencial con materiales didácticos que los estudiantes pueden consultar posteriormente. En él, docentes de Chequeado trabajan con un grupo de estudiantes en la práctica de la verificación del discurso público, enseñándoles a detectar frases chequeables y a contrastarlas con fuentes válidas.
Luego, durante el modelo de Naciones Unidas o de Poder Legislativo, un grupo de estudiantes interpreta el rol de “chequeadores” registrando las frases contrastables que los otros participantes dicen en sus discursos. Después aplican el método de chequeo en vivo para producir una nota periodística que publican en un blog al que todos los participantes del modelo tienen acceso. Los otros participantes también pueden pedir que se chequeen ciertas declaraciones con datos.
El método de chequeo en vivo consiste en cuatro etapas:
1. Elegir una frase que pueda ser contrastable (Chequeado las clasifica en los siguientes tipos: datos históricos, leyes y normas, comparaciones y estadísticas) y ponderar su relevancia.
2. Consultar fuentes oficiales y alternativas para contrastar la frase.
3. Contextualizar, buscando interpretar qué significa la frase en el contexto concreto en que fue formulada.
4. Calificar, confirmando, desmintiendo o relativizando la información.
Chequeado también creó una serie de materiales didácticos para orientar a todos los participantes a preparar y escribir sus discursos basados en hechos y datos. Estos materiales pueden ser utilizados por docentes y estudiantes que no participen del taller, en el marco de sus propias clases.
Referencias
Si bien se trata de un proyecto incipiente, su metodología se basa en el trabajo de más de 10 años de la organización Chequeado en la formación de periodistas y formadores de opinión la verificación del discurso público.
En particular, la formación de las futuras generaciones en la capacidad de analizar y producir información confiable adquiere especial relevancia en un contexto político y de circulación de información en múltiples medios, incluyendo especialmente las redes sociales, que ha sido descripto recientemente como de “post-verdad”, en el cual muchas veces se distorsionan, manipulan o simplemente se ignoran los hechos (Marcus, 2016). Así, el proyecto se inscribe en lo que se conoce como “alfabetización en datos” (o data-literacy), propuesta en muchas partes del mundo como una capacidad fundamental para efectiva la participación ciudadana (Wineburg & McGrew, 2016).