El debate como herramienta para la ciudadanía
Imaginemos una escuela en la que el vínculo entre estudiantes se caracterice por la capacidad de generar empatía, de escuchar al otro y de debatir sus ideas con argumentos sólidos, basados en la investigación y en un aprendizaje en profundidad. ¿Es posible que esa sea nuestra escuela? Para la International Debate Education Association (IDEA), sí. Para conseguir este objetivo, invitan a los establecimientos educativos a conformar sus propios Clubes de Debate.
Su propuesta busca fomentar la práctica del debate y reflexionar acerca de su importancia dentro de un modelo de formación ciudadana, con la intención de promover la participación activa y la tolerancia al disenso, como elementos esenciales para la convivencia en democracia. Como un caballo de Troya, los Clubes de Debate no sólo promueven capacidades de argumentación, sino que disminuyen los conflictos y la violencia a crear mayores dosis de empatía y diálogo en la comunidad educativa.
El formato de clubes que propone esta organización es uno de los más difundidos en todo el mundo. Es por eso que se basa en un proceso capaz de implementarse en una institución o bien extenderse a una iniciativa de debate a nivel nacional e internacional. Para ello, la organización proporciona recursos, capacitación y eventos para los educadores y los jóvenes que deseen embarcarse en este tipo de proyectos.
¿Cómo funciona?
Los Clubes de debates pueden formarse dentro de universidades, clubes juveniles y centros comunitarios, pero es habitual que inicien en la escuela. Para ello, existe una serie de materiales útiles para llevar adelante la tarea de organización y definición de formatos y roles. Uno de los ejes centrales en la formación de equipos es comprender que el debate invita a la tolerancia crítica, es decir, que toda persona es libre de adherirse a sus propias convicciones y acepta que los demás se adhieran a las suyas. También significa que uno no ha de imponer sus opiniones a los demás. Para ello, se proponen diferentes actividades, en las que se detallan los tiempos y los modos para tomar la palabra, intervenir y desarrollar argumentos a que acompañen o refuten una posición sobre algún tema.
El respeto entre los estudiantes es fundamental, sobre todo en la instancia de escucha. Para ello ofrecen una serie de estrategias que ayudan a entender los argumentos de los demás, a través de notas y apuntes para evitar que declamaciones expresivas interfieran con la habilidad para capturar información.
Por último, a partir de las herramientas para escuchar y tomar la palabra, los equipos de debate y sus docentes, también deben familiarizarse con diferentes productos que permiten dar cuenta de las resoluciones, balances y definiciones, que permiten obtener materiales para recuperar lo expuesto.
El acompañamiento de los adultos es esencial para la creación de clubes de debate. Se debe disponer de un espacio físico en el que haya encuentros programados y ocasionales, materiales de consulta, y también un equipo de docentes y tutores que acompañen el proceso que puede extenderse a otras escuelas para conformar una red más amplia y con incidencia en su comunidad. El rol de los tutores es fomentar el desarrollo de habilidades de pensamiento, de argumentación y de investigación para fundamentar sus posiciones.
Referencias
Uno de los modelos de debate más conocidos es el Modelo de Naciones Unidas. No obstante, existen diferentes variantes, alineadas con las modalidades parlamentarias de cada país, por lo que el abanico de posibilidades es amplio. La propuesta de IDEA es instalar clubes de debate en cada institución, para luego conformar una red de escuelas capaz de llegar a una escala jurisdiccional o, incluso, nacional. Los temas de debate surgen de aquellos que más afectan a la comunidad en la que se instala el Club. Algunos de los materiales de IDEA están accesibles en español y al inscribirse como Club de Debate, se puede recibir capacitación para mejorar la implementación.