Si las tareas de cuidado siguen recayendo sobre las mujeres, ellas no pueden participar en política en igualdad de condiciones

Los masivos reclamos por una mayor igualdad de género no tuvieron su correlato en la cima de la política. En las primarias, solo hubo 4 mujeres precandidatas a presidenta y vice. Es exactamente la misma cantidad que hace 20 años, en las elecciones de 1999. Pese al auge del #NiUnaMenos y el feminismo, no hubo un aumento en las candidaturas femeninas. Para los especialistas, la razón radica principalmente en las desigualdades culturales que todavía prevalecen dentro de lospartidos políticos.

Según un análisis de LA NACION DATA sobre base de datos de la Cámara Nacional Electoral, solo el 15% de las candidaturas de todos los partidos políticos corresponden a mujeres, desde las elecciones de 1983 hasta las de 2015. De 198 postulaciones a presidente y vice, solo 30 fueron ocupadas por mujeres. La máxima cantidad de candidaturas femeninas fue de 5, número que se repitió en los comicios de 1995 y 2007. La mínima ocurrió en 1989, con solo dos mujeres candidatas.

“Hay una desigualdad cultural, que consiste en pretender dejar a la mujer en el ámbito de lo privado e impedirle el acceso a lo público. Por eso, tiene que haber un cambio cultural dentro de todos los partidos políticos, donde el machismo es transversal”, afirmó Fabiana Tuñez, directora del Instituto Nacional de las Mujeres (INAM). Si se distingue por cargo, las mujeres se presentaron mucho más como candidatas a vice que a presidenta. Solo el 37% de las candidaturas femeninas fueron para ocupar la presidencia.

Es más frecuente encontrar mujeres como compañeras de fórmula (19 de los 30 casos) que en la cabeza de las listas (solo 11 casos). Para los candidatos varones, la situación es opuesta. Se presentaron 88 veces a presidente y 80 a vicepresidente, una cifra mucho más pareja.

“Las mujeres participan muy activamente de la política, pero en general en lugares de subordinación. En menor medida les permiten ejercer roles de conducción. Las estructuras partidarias todavía no están atravesadas por una concepción de igualdad de género”, observó Natalia Gheraldi, directora ejecutiva del Equipo Latinoamericano de Justicia y Género (ELA). Otro motivo son las tareas de cuidado del hogar, que recaen con mayor peso sobre las mujeres, y los estereotipos de género. “Las mujeres nos autopercibimos como candidatas o lideresas y desarrollamos ambiciones políticas con mucha menos frecuencia que los varones. Además, mientras las tareas de cuidado sigan recayendo principalmente sobre las mujeres, no vamos a poder competir en igualdad de condiciones con los varones”, explicó María Page, investigadora de Instituciones Políticas en CIPPEC.

En total, solo 22 mujeres se presentaron en las candidaturas a presidente y vicepresidente durante las últimas 8 elecciones (contra los 115 hombres). Es decir que en 32 años, desde 1983 hasta 2015, solo ellas aparecieron inscritas en las posibles fórmulas para ocupar la cabeza del Poder Ejecutivo.

Sin embargo, la escasa cantidad de mujeres en las fórmulas para presidente y vice contrasta con la mayor participación femenina en el Congreso (40%), gracias a las leyes de cupo y paridad. “La participación de las mujeres en órganos legislativos ha avanzado mucho más que en los ejecutivos”, afirmó Page.

“Las mujeres fueron incorporándose en el Congreso por obligación. Y eso no se da en las fórmulas presidenciales ni en ningún otro espacio de poder, como los gabinetes”, agregó Gheraldi. Sin embargo, Tuñez destacó que “aun con la paridad, según el informe que elaboró el INAM junto a la Defensoría del Pueblo, el 80% de las listas legislativas no fueron encabezadas por mujeres”.

Más de la mitad (54%) de las candidaturas femeninas corresponden a espacios de izquierda. La única mujer precandidata que compitió para Presidente en las PASO, Manuela Castañeira, lideraba una fuerza de izquierda y no logró superar el piso del 1,5% para competir en octubre. “A los partidos políticos tradicionales los veo mirando este fenómeno de costado, o lo usan demagógicamente o electoralmente”, opinó Castañeira en diálogo con LA NACION.

Autor


María Page

Investigadora asociada de Estado y Gobierno

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