El Gobierno pudo terminar de un saque con algunos problemas cuando comenzó su gestión, como el del cepo cambiario y el de la deuda con los holdouts. Pero ha decidido encarar otros, que son más estructurales -como el alto déficit fiscal y la inflación- en forma gradual. En el caso del agujero de las cuentas públicas, la administración macrista está en la curiosa situación de que “por izquierda” lo acusan de ajustar en forma salvaje, mientras que “por derecha” lo critican por ser tibio en términos de reducción del déficit.
Por su parte, el presidente de la Comisión de Presupuesto del Senado, Juan Manuel Abal Medina, afirmó que “hay que tener mediciones de impacto del gasto para avanzar en forma seria, y sería bueno contar con una agencia para eso, porque el Estado recauda mal y gasta mal”
Marcos Makón, ex subsecretario de Presupuesto, dijo que, dada la alta rigidez del gasto, la clave “pasa por el aumento de la masa de contribuyentes, con una reducción de la evasión tributaria, porque los impuestos no se pueden tocar y el recorte en subsidios permite que no crezca el gasto pero no que baje”.
El investigador del Cippec Walter Agosto coincidió en que “se pueden reducir los subsidios económicos, que son el 20% del gasto público, lo que impone una gradualidad, porque no puede haber otra manera”. Según expresó quien fue ministro de Hacienda de la provincia de Santa Fe, “si bien hay posibilidades de plantear un clima de mayor austeridad, la diferencia debe hacerse en forma paulatina, y si la economía no crece, es difícil bajar el déficit. La mirada en cambio debe estar puesta en el gasto en personal de las provincias, que representa el 57% de sus gastos”.