Los números no son alentadores al cumplirse cuatro años del primer grito contra la violencia de género, el primer Ni Una Menos, el 3 de junio de 2015, que llevó a miles de mujeres a marchar hacia el Congreso para pedir, tras el asesinado de la adolescente Chiara Paéz, el fin de los femicidios. El informe que acaba de presentar la Corte Suprema de Justicia indica que e n 2018 hubo 278 víctimas de violencia de género, tantas como había habido el año anterior. Sin embargo, en los últimos meses, según se advirtió, se detectó un incremento en la cantidad de denuncias y pedidos de ayuda en la Oficina de Violencia Doméstica de la Corte: casi un 20 por ciento más que el año anterior.
La casa familiar es el lugar más inseguro para las mujeres en situación de violencia, según surge del informe de la Corte, ya que el 66% de los femicidios ocurrieron en los propios hogares de las víctimas.
Esta tarde, a partir de las 17, miles de mujeres volverán a convocarse frente al Congreso para marchar por quinta vez bajo la bandera del Ni Una Menos, para pedir el fin de los femicidios y las diversas formas de violencia. Luego, a partir de las 18, marcharán hacia la Plaza de Mayo, donde está convocado el acto principal, donde se leerá un documento, que incluirá reclamos como la sanción de la ley de aborto legal, ya que un nuevo proyecto de ley fue presentado la semana pasada en el Congreso. El acto también tendrá una fuerte carga política y se hará énfasis en el documento de cómo la crisis económica y social castiga de forma más dura a las mujeres.
De hecho, distintos informes oficiales como de organismos privados basados en cifras oficiales dan cuenta de que durante el último año la crisis agravó la brecha entre hombres y mujeres.
En sólo seis meses, la crisis profundizó la brecha salarial de género: Los hombres ganan hoy 30% más que las mujeres, según el último informe del Indec sobre los ingresos(Evolución de la distribución del ingreso (EPH) Cuarto trimestre de 2018 ). El mismo informe del primer trimestre del año anterior marcaba que la brecha era del 26,2%.
sto es, mientras que antes el ingreso promedio de una mujer era 13.353 pesos, el de los hombres era de 18.096 pesos. En cambio, seis meses después, ellas ganaban 15.241 pesos, mientras que ellos, 21.792 pesos, según cifras oficiales. Se trata de ingresos promedio de la población. Pero, si se analizan los números de los que más ganan y los que menos, la brecha aún es mayor: el 20% de las mujeres ganan menos de 6000 pesos. Sólo el 10% de los hombres gana eso. En el otro extremo, los que mayores ingresos tienen ellas son el 10,5%, mientras que ellos, el 21,5%. Hace seis meses, ellos eran 19,7%. Pero no sólo eso. Para los hombres, estar entre las personas que mayores ingresos reciben significa ganar unos 62.000 pesos o más. Ellas son de las mujeres que mejores salarios tienen si ganan más de 51.000 pesos.
Las mujeres pagan los costos de la crisis
“Las cifras del mercado laboral argentino en la actualidad, parecen sustentar también la hipótesis de que son las mujeres quienes pagan los costos de la crisis económica actual”, dicen Gala Díaz Langou y Matilde Karczmarczyk, directora y analista del programa de protección social de Cippec, en un informe elaborado en base a datos oficiales.
“Entre finales de 2016 y finales de 2018, la participación laboral femenina aumentó más de 3 puntos porcentuales, mientras que la de los varones permaneció constante. Esto significa que más de 265.000 mujeres se incorporaron al mercado laboral. Cerca de 138.000 consiguieron un empleo, mientras que 127.000 quedaron desocupadas. Esta incorporación al mercado de trabajo se explica principalmente por el aumento de la participación laboral de las mujeres de entre 18 y 34 años y de las mujeres con presencia de niños en el hogar.
La mayor parte de las mujeres que se incorporaron al mercado de trabajo lo hicieron en condiciones precarias: 82.000 consiguió trabajos informales y cerca de 150.000 se empleó por cuenta propia. En paralelo a este incremento en los mecanismos flexibles de empleo, hubo una disminución en la proporción de trabajadoras en puestos asalariados registrados: en 2016 representaban el 51% del total de empleadas, mientras que a fines de 2018 dicha relación cayó a 48%. Esta situación fue distinta para los varones: su participación en el empleo no registrado y el trabajo independiente se mantuvo constante”, dice el informe.
Significa que ante la caída del ingreso frente a la crisis, fueron ellas las que salieron a buscar los ingresos adicionales. Y lo hicieron, en la mayoría de los casos, a costa de emplearse en trabajos no registrados, sin beneficios sociales y de sumar a su propia jornada laboral más horas.
Ellas, más afectadas por el desempleo
El desempleo afecta más a las mujeres que a los hombres, según surge de los últimos datos publicados por el Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina, en base a cifras oficiales. “Pese a contar con una tasa de actividad más baja, la desocupación entre las mujeres es más alta. En efecto, en el tercer trimestre de 2017 alcanzó al 9,5% de las mujeres activas y al 7,3% de los hombres”, dice un informe del Ministerio de Trabajo. En la última medición, el desempleo entre los hombres pasó a ser del 8.7% mientras que entre ellas, del 10.2%, señala el informe de la UCA.
Otros datos a tener en cuenta: cinco de cada 10 mujeres que este año salieron a buscar trabajo, antes no trabajaba. Sólo 3 de cada 10 hombres se encuentra en esa situación. Es decir que fueron ellas las que salieron en mayor medida a buscar ingresos extra para paliar la crisis.
Más capacitadas pero menos pagas
Hay otra brecha que se abre a favor de las mujeres: la de los estudios. Según datos del Observatorio de la violencia contra las Mujeres, el 22,3 % de las mujeres tienen estudios universitarios completos, contra el 16,8% de los hombres. “Circunstancia que no siempre encuentra correlato a la hora de analizar la inserción laboral de las mujeres”, dice el informe.
El 20,6% de las mujeres trabajan como técnicas, el 28,4% hacen trabajo no calificado, el 39,5% hacen tareas operativas, el 10,5% de las mujeres trabajan como profesionales y el 1% no responde. En cambio, 14,2% de ellos hace trabajo técnico, 16,6% trabajo no calificado, el 58,1% trabajo operativo, el 9,9% profesional y el 1% no contestó.
Esto evidencia que no sólo existe la brecha salarial sino que a más baja formación, de todas formas ellos acceden a puestos de mayor calificación, excepto en los que se requiere un título universitario, y allí las mujeres superan levemente a los hombres en casi un 1%.
Más horas de trabajo en casa
Pero la caída del ingreso no sólo significó más trabajo afuera. Sino que también más trabajo puertas adentro. Según surge de comparar los datos de uso del tiempo recabados en la última EPH, de 2014 a hoy, ellas sumaron unos 48 minutos a su jornada en trabajo no remunerado: es decir en actividades de cuidado de la casa y de los hijos y otros miembros de la familia: De hacer 6 horas y 48 minutos diarios de trabajo no remunerado, ellas pasaron a hacer 7 horas y 36 minutos. Ellos, en cambio, apenas sumaron 12 minutos: de hacer 3 horas y 18 minutos a 3 horas y media.
” La población que se dedica al trabajo de cuidados no remunerado se encuentra altamente feminizada, representando el 92% en mujeres con respecto al 8% para varones”, dice el informe del Observatorio Nacional de Violencia contra las Mujeres.
Malestar subjetivo
La crisis también agravó la percepción de bienestar subjetivo de las mujeres: el Barómetro de la Deuda Social, lo mide desde 2010. En los hombres, entre esa fecha y el presente se incrementó el 1,4% de malestar psicológico: del 15,4% a 16,8%. En cambio, para ellas, el malestar subió casi cinco puntos: del 21% a 24,8 %, teniendo mayor predisposición a manifestar alta sintomatología, mostrarse ansiosas y depresivas.
Más mujeres pobres que hombres
El crecimiento de la pobreza y la indigencia también golpearon más entre las mujeres que entre los hombres. El último informe de la UCA señala que mientras que entre 2010 y 2018, la pobreza bajó un 0,3% en la población masculina (de 34,1% a 33,8%), entre las mujeres subió casi 6 puntos: de 27,5% a 33,3%.
Con la indigencia ocurrió lo mismo: las mujeres tienen un 25% más de posibilidades de caer en la indigencia que los hombres. Además, mientras que en esos años la indigencia entre los hogares con jefe de hogar varón bajó 0,3%, (del 6,2% al 5,9%) en los hogares con jefas mujeres casi se duplicó: pasó del 4,8% al 8,2%. Es decir que hay más de ocho hogares que viven en la indigencia con jefa de hogar por cada seis, con jefe.
Según los datos del Observatorio de Violencia contra las Mujeres, en base a números oficiales, el Indice de femeneidad de hogares indigentes es de 126,5 y de los hogares pobres, 112,6
Ser madre bajo la línea de pobreza
“Las dificultades en los hogares para sortera las necesidades alimentarias incrementa la angustia y los problemas de violencia familiar en los hogares”, señala un informe publicado hace dos meses por Unicef, sobre los efectos de la crisis económica en los niños. “Los padres relatan que parte de las estrategias para dar de comer a su familia está la de sólo tomar mate y comer pan. Esto se da con mayor frecuencia entre las madres que entre los padres”, dice el informe.
Los números difundidos por la OVD, dan cuenta de este fenómeno: un aumento en las situaciones de violencia durante la profundización de la crisis. En los primeros tres meses de este año hubo un incremento en la atención de casos “del 19% en relación con el mismo periodo del año anterior”, lo que implicó a 2.518 mujeres mayores de 14 años afectadas por hechos de violencia, siendo el grupo etario más comprometido el que tiene entre 22 y 49 años, lo que significó el 72% de las actuaciones.