Publicado en marzo 2023
La alegría y la emoción del reencuentro, la expectativa y la ansiedad por lo nuevo y lo desconocido, el alivio de la rutina son algunas de las sensaciones que recorren a los más de diez millones de estudiantes, y a sus docentes y familias, que en estos días vuelven a poblar los jardines de infantes, escuelas primarias y secundarias a lo largo de nuestro país. Estas son las emociones típicas de la vuelta a clases, pero 2023 no es un año más. ¿Qué lo hace especial? Un hito. Es el ciclo lectivo número 40 que se inicia, de forma ininterrumpida, en democracia y la escuela es una de las instituciones que mayor contribución ha hecho para este logro colectivo. ¿Qué lo transforma en una oportunidad? Las elecciones. Este año elegimos representantes a nivel nacional y provincial, lo cual representa una instancia propicia para debatir prioridades, elaborar diagnósticos, construir propuestas y generar acuerdos para promover las transformaciones que Argentina necesita.
Una prioridad y un diagnóstico
Las posibilidades de desarrollo económico y social de un país están mediadas, en gran parte, por las capacidades que tiene su población -sobre todo, las personas jóvenes-. La escuela secundaria es el último nivel educativo que transita la mayoría de los y las jóvenes en Argentina, y esto la convierte en una institución estratégica para el desarrollo del país. Sin embargo, en un contexto marcado por desigualdades estructurales y un empobrecimiento generalizado de la población joven, la secundaria encuentra importantes dificultades para cumplir con su objetivo de brindar herramientas para que los y las jóvenes construyan su proyecto de vida, eventualmente continúen estudios superiores, y se integren activamente al mundo del trabajo. Hoy sabemos que solo dos de cada diez estudiantes que ingresan al nivel primario llegan al último año de la secundaria en el tiempo teórico esperado y con aprendizajes satisfactorios en Lengua y Matemática. A su vez, siete de cada diez jóvenes obtienen el título secundario. Así las cosas, es necesario pensar en un nuevo modelo de escuela secundaria.
Tres propuestas
1) El sistema de alerta temprana (SAT) es una herramienta orientada a la prevención del abandono escolar que utiliza la información que producen las escuelas para monitorear las trayectorias de los estudiantes y disparar alertas ante un riesgo de abandono. Los registros diarios de información que las escuelas llevan sobre cada uno de sus estudiantes tienen un gran valor en la prevención de la exclusión escolar: la asistencia a clases, sus calificaciones, su condición socioemocional, el contexto en el que viven, el nivel educativo de su madre y padre, entre otros. Esa información, digitalizada y devuelta a las escuelas de forma sistematizada, da lugar a que puedan priorizar la atención de estudiantes con situaciones más críticas desplegando acciones que fortalezcan su escolaridad y eviten que abandone. En 2023, Mendoza y Entre Ríos implementarán, con el acompañamiento de CIPPEC, la primera fase del SAT en el nivel secundario. Del mismo modo, CIPPEC apoya a la provincia de Misiones en la política de transformación de la secundaria misionera.
2) La extensión de la jornada escolar consiste en sumar dos horas diarias a la jornada para reforzar los aprendizajes fundamentales, acompañar las trayectorias escolares de quienes se encuentran en riesgo de abandono y facilitar la transición hacia el mundo del trabajo. En este sentido, sería posible destinar más tiempo escolar a Matemática, Lengua e Inglés; instancias de tutoría; actividades culturales y deportivas que respondan a los intereses de los estudiantes en otros entornos (clubes, centros culturales, bibliotecas populares, por ejemplo); y a dispositivos de articulación entre el sistema educativo y el mundo productivo. La extensión de la jornada escolar es una oportunidad para el aprendizaje y para potenciar la igualdad de oportunidades, al favorecer que los estudiantes de sectores sociales desfavorecidos accedan a experiencias educativas enriquecidas, entornos a los que sus pares de sectores más favorecidos adquieren en el circuito privado.
3) La articulación de la escuela secundaria con el mundo del trabajo requiere, en primer lugar, saldar una falsa oposición entre educación y formación para el trabajo y reconocer el lugar que tiene el trabajo remunerado en las oportunidades de las personas para construir su proyecto de vida. Implica que los saberes necesarios para integrarse al mundo laborar tengan un lugar real en lo que se enseña en la escuela. En este sentido, es posible avanzar, por un lado, en la incorporación y profundización de contenidos vinculados con el mundo del trabajo dentro de las materias existentes y/o la creación de nuevos espacios curriculares en el marco de la extensión de la jornada. Por otro, en la creación de un sistema de prácticas profesionalizantes para las escuelas secundarias orientadas que esté liderado desde el sistema educativo.
Un acuerdo
Llevar una adelante una transformación de la escuela secundaria de estas características requiere de un pacto en los términos que alguna vez señaló el pedagogo Juan Carlos Tedesco: “Para que este pacto educativo adquiera sentido, debe estar en sintonía con una estrategia de desarrollo que persiga objetivos de transformación productiva y equidad social”. Requiere, por tanto, de una convocatoria amplia que incluya a la comunidad educativa, pero también al sector productivo y a la sociedad civil. Como condición para su éxito, el pacto no puede quedarse en el consenso sobre sus objetivos, sino sobre todo avanzar en acuerdos sobre la estrategia de implementación y en los elementos necesarios para sostenerla, fundamentalmente los recursos. Finalmente, hay un rol y una responsabilidad insustituible del Estado en la construcción de este pacto, que debe quedar en manos de una dirigencia política dispuesta a afrontar los desafíos que hoy la educación presenta y las deudas que la democracia tiene con los jóvenes.