Para 2025 Argentina debería bajar su brecha de participación laboral de género a 1,07%, pero a lo sumo llegará a 1,37%

Más mujeres que hombres terminan un terciario o incluso la universidad, pero les espera un futuro inversamente proporcional. Es que, si consiguen trabajo, todo indica que las elegirán para puestos “de regular a peor” y con una remuneración más baja que ellos. El dato surge de un informe que este martes difundió la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) y se complementa con datos que el Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (Cippec) proporcionó en exclusiva a Clarín.

En primer lugar, los expertos hablan de “terminalidad educativa”. Según el CIPPEC (sobre la base de la Encuesta Permanente de Hogares del primer trimestre de 2018), las mujeres y los hombres con secundario completo son casi la misma cantidad. Pero ellas ganan en el ítem “estudios superiores incompletos” y en los “completos”. En el primer caso es 12,5% contra 10,5% (los hombres). Y casi el 15% de las mujeres terminan la facultad, mientras que los hombres no llegan al 11%.

La mala noticia es que la desigualdad de género en el ámbito laboral no parece estar en vías de mejorar. Porque a igual formación, dice la OCDE, las oportunidades son inequitativas: sólo el 43% de las mujeres de 25 a 34 años con educación secundaria tenían un empleo en 2017, mientras que entre los hombres de esa franja etaria, la ocupación se situó en el 84%.

En sintonía con los datos de ese organismo internacional, Gala Díaz Langou, directora del programa de Protección Social del CIPPEC, explicó a Clarín que “si tomás argentinos con secundario incompleto, el 76% de los varones participa del mercado de trabajo, pero cuando hablamos de mujeres, solo el 40% participa. En el nivel más alto se ve lo mismo: 95% de los varones con estudios universitarios completos participan del mundo laboral, mientras que de las mujeres, sólo el 84%”.

No, no es que ellas quisieron quedarse cuidando a los chicos: “participar” del mercado laboral, en este caso, significa “tener trabajo o estar en la búsqueda de un puesto”, remarcaron desde el CIPPEC.

Díaz Langou recordó que “en una reunión del G20 de 2014, la Argentina se comprometió a reducir un 25% la brecha de participación laboral de varones y mujeres para 2025. Al ritmo que vamos, no llegamos”.

¿Y cuál es ese ritmo? La experta aclaró que en 2014 la brecha era de 1,42%, o sea que la presencia de hombres en el mundo laboral era 142% mayor que la de las mujeres. “Para 2025 deberíamos bajar a una brecha del 1,07%, pero a lo sumo llegaremos a 1,37%”.

Las comparaciones con nuestros pares regionales tampoco son motivo de festejo. En su informe, la OCDE es “amablemente” dura: respecto de la participación laboral de varones y mujeres con secundario completo en Argentina, aclaran que es una brecha “ligeramente más amplia” que en los vecinos Brasil y Chile, y “considerablemente mayor” que la media de los países de la OCDE.

La brecha se reduce cuanto mayores son los niveles de educación. O sea que entre los adultos jóvenes argentinos con educación secundaria completa, la diferencia pasa de 41% a 25%, y entre los que tienen educación terciaria, a 5%.

Por eso el estudio enfatiza: “Las disparidades de género son generalmente más grandes en los países donde el porcentaje de adultos jóvenes sin la educación secundaria superior es alta”. La Argentina es uno de los ejemplos que dan.

Quizás no llame la atención que en este tipo de informes, nuestro país figure siempre entre los últimos. Por eso, en el largo informe de más de 400 páginas, cuando la OCDE describe cierta tendencia mundial, Argentina aparece después del “sin embargo”.

Un ejemplo es la enseñanza terciaria. La OCDE señala las “ventajas significativas” en las tasas de empleo: el 88% de los adultos con esa formación estaban ocupados en 2017, frente al 72% de aquellos con educación superior o postsecundaria no terciaria, aclaran.

“Sin embargo”, apuntan, sólo el 18% de los jóvenes argentinos -y el 21% del total de adultos- poseen un título de ese tipo, por debajo de los promedios del G20 y de los países de la OCDE. Y volvemos a la brecha de género: hay más mujeres con un título terciario, un 22%, que hombres (15%).

Desde el CIPPEC compartieron algunos datos más. En cuanto a la distribución de varones y mujeres según su nivel educativo, para la franja “terciario completo” se muestran más mujeres que varones ocupando puestos “técnicos” (44,5% ellas; ellos, 31,4%), “operativos” (21% contra 19,4%, para ellos) y “no calificados” (3,8%, las mujeres; 2,3%, los hombres). En los puestos “profesionales” con terciario completo (donde la competencia es más dura para las chicas) hay, claro está, más hombres (46,9%) que mujeres (30,6%).

Para Díaz Langou, “está comprobado que las mujeres tienen mayores niveles de escolaridad. Pero para acceder a ciertos puestos jerárquicos se les solicita más que a los hombres. Ellas siempre tienen que certificar mayores niveles educativos que los hombres”. Por eso, agregó, “las mujeres terminan estando sobrerrepresentadas en puestos de menor calificación, y los hombres, sobrerrepresentados en puestos de mayor calificación”.

En el tránsito de la ocupación a la desocupación, también pierden las mujeres. Según datos del CIPPEC, de las personas que se quedan sin empleo, las mujeres con hasta terciario incompleto representan el 47%. Y de los desocupados con terciario completo, nada menos que el 73% son mujeres. Díaz Langou fue clara al respecto: “Esto implica que hay un talento y capital humano que están siendo desperdiciados”.

El futuro no se muestra prometedor, explicó Díaz Langou: “La brecha de participación laboral por nivel educativo en Argentina se vino achicando desde principios de los 90, pero a una velocidad que muestra tal desaceleración, que al final podría terminar ampliándose”.

¿Por qué pasa esto y por qué en Argentina? “La contracara es lo que sucede al interior de los hogares, donde ellas invierten el doble de horas por día en trabajo no remunerado que los varones. Esto repercute sobre sus posibilidades de participación laboral”, explicó.

Según la experta, “los países que revirtieron esta tendencia, invirtieron en incentivos para mejorar la participación de los varones en el hogar y en generar una mayor socialización de estas tareas, o sea, que haya más oferta de cuidado infantil”.

Es que en Argentina, sólo tres de cada diez chicos menores de cuatro años van a un jardín o centro de primera infancia. “Los otros países de la región tienen políticas más fuertes de primera infancia y de cuidado”, apuntó.

El estudio de la OCDE se titula Education at a glance, algo así como “Un vistazo a la educación”. Primera infancia es uno de los ítems en los que profundizan. Pero la Argentina está después del “sin embargo”…

En el informe destacan la poca presencia que tiene este segmento educativo en el país, dado que la inserción en educación tiende a comenzar más tarde. De hecho, en 2016, sólo el 10% de los chicos de 2 años recibía educación de primera infancia. ¿En Brasil? El 62% de los chicos. Y la media de los países de la OCDE, 75%. En Argentina, además, este sector recibe cerca de la mitad del porcentaje del PBI que en esos países.

No parece casual que el informe de la OCDE destine un apartado a la remuneración del personal involucrado en Educación, un tema caliente en la Argentina de estos días. ¿Qué dicen? Lo que ya se sabe: que frente a sus pares de la OCDE, Argentina destina porcentualmente menos dinero a los sueldos del personal de la formación de primaria y secundaria.

Fuente: Clarín

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Gala Díaz Langou

Directora Ejecutiva

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