Necesitamos educadores comprometidos y políticas audaces, basadas en consensos de largo plazo para afrontar el futuro de la educación

Uno de los mayores desafíos que enfrentan los sistemas educativos es imaginar cómo será el mundo en el que vivirán los niños y niñas que hoy ingresan por primera vez a un aula. Nos preguntamos qué habilidades necesitarán para desenvolverse en ese mundo, cada vez más complejo y cambiante, y cómo garantizar que todos y todas puedan desarrollarlas con equidad.

Partimos de algunas certezas: la comunicación, la creatividad, la colaboración o el pensamiento crítico son habilidades cruciales para el futuro. No estamos tan seguros, sin embargo, de cómo enseñarlas y de cuáles son los modos más adecuados para hacerlo. Afortunadamente, existen numerosos esfuerzos que buscan responder a esos interrogantes.

En el Laboratorio de Innovación y Justicia Educativa (EduLab) de CIPPEC, identificamos proyectos o políticas que traccionan cambios profundos en un aula, una comunidad, un país o, incluso, una región. Estas experiencias se destacan porque alteran elementos de la matriz escolar con el objetivo de favorecer vínculos significativos entre los alumnos y su proceso de aprendizaje. Las denominamos “innovaciones educativas decisivas”.

Propuestas como las Redes de Tutoría (México), las Tertulias Dialógicas Literarias (Argentina) y los Ateneos Docentes (América Latina) centran sus esfuerzos en el desarrollo de habilidades sin escindirlas del contenido, de las prácticas de enseñanza, ni de sus contextos. Independientemente de su escala, son procesos que parten de una base científica, tienen una fuerte disposición hacia el cambio y persiguen un objetivo mayor: la justicia educativa.

Si queremos superar las limitaciones de nuestro presente debemos buscar alternativas, comparar escenarios y diseñar procesos de cambio, partiendo de los invaluables esfuerzos de quienes trabajan cotidianamente en las escuelas. Los sistemas educativos tienen la oportunidad de tender puentes entre la historia de las prácticas educativas, las voluntades de los docentes y las opciones disponibles para transformar la educación.

En un escenario de cambio e incertidumbre, estas transformaciones implican audacia. Necesitamos educadores poderosos y originales, llenos de compromiso, creatividad y sentido de justicia social, y también de políticas innovadoras, que partan de consensos sólidos y de largo plazo para afrontar y dar forma al futuro de la educación.

Autor


Lucas Delgado

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