Publicado en febrero de 2022
Hoy, 11 de febrero, se celebra el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia para lograr el acceso y la participación plena y equitativa en esta área para mujeres y niñas. Por eso desde CIPPEC nos preguntamos qué pasa con las mujeres en este sector y por qué debería importarnos su representación.
Los sectores más dinámicos en la creación de valor y empleo están relacionados con la ciencia y la tecnología, ya que permiten innovar, generar mejoras productivas y brindar soluciones a los desafíos de nuestra sociedad. En Argentina, Brasil y México —que concentran el 62% del PBI regional—, este sector representa 1 de cada 10 dólares producidos en sus economías y casi un cuarto de las exportaciones. Además, el valor agregado por trabajador/a de CyT duplica al del resto, la informalidad es muy inferior al promedio de la economía y se obtienen salarios entre un 25% y 65% superiores a los ocupados/as en su conjunto.
Estos datos cristalizan la importancia del sector de CyT en la economía. La contracara de este sector es la subrepresentación de mujeres, su falta de acceso y los desincentivos que tienen para continuar con sus carreras en un sector dinámico y con tanto potencial de crecimiento.
En Argentina, México y Brasil, aproximadamente sólo un tercio del total de personas ocupadas en este sector son mujeres. Además, entre quienes cuentan con habilidades relacionadas con CyT y realizan tareas acordes, las mujeres representan menos de un cuarto.
Si bien las mujeres predominan en la matrícula universitaria de estos países latinoamericanos –más de la mitad de las inscripciones en educación superior corresponden a mujeres en Argentina, Brasil y México-, están subrepresentadas en las carreras de estudio relacionadas con la CyT: representan un tercio de las inscriptas en Argentina y menos de un tercio en Brasil y México (26% y 30%, respectivamente).
Si observamos los y las graduadas, las mujeres aumentan su participación en Argentina (al 40% en las ramas CyT) y en Brasil (al 34%). Sin embargo, esta proporción no se traslada al marco laboral. ¿Por qué sucede esto? Muchas de las mujeres especializadas en CyT no pueden consolidar carreras profesionales ya sea porque no toman puestos de trabajo en CyT o bien las abandonan en algún momento. Esta situación es conocida en la literatura especializada como “tuberías con fugas” y se utiliza para describir el motivo por el que las mujeres abandonan los campos de CyT en todas las etapas de sus carreras.
La subrepresentación y falta de acceso en el sector son un problema multidimensional que requiere un abordaje integral de las sucesivas barreras que las mujeres enfrentan a lo largo de sus trayectorias.
Es necesario contar con estrategias que fomenten el interés de las niñas por la ciencia y la tecnología, que resalten las oportunidades transformadoras que brindan las habilidades en STEM, que derriben estereotipos de género en la escuela, el hogar y los medios, y promuevan la educación vocacional. En América Latina existen actividades extracurriculares, charlas y campamentos de ciencia llevadas a cabo principalmente por ONG -y, a veces, por los diferentes gobiernos- que persiguen esos objetivos. En México, por ejemplo, el programa “Niñas STEM pueden” busca promover el interés de niñas y adolescentes en diferentes carreras vinculadas a STEM. Además, como se ha hecho en otros países, se podrían implementar programas de mentoreo para que las niñas y jóvenes cuenten un modelo a seguir junto con campañas de comunicación para que no les falte información vocacional.
También es esencial actualizar la currícula educativa y fortalecer los mecanismos de transición del sistema educativo al mercado laboral mediante un mayor vínculo entre el mundo del conocimiento y el productivo, con marcos normativos que faciliten las transiciones y certifiquen habilidades, que promuevan la formación continua y produzcan información que anticipe las habilidades demandadas. El Gobierno de Brasil, por ejemplo, cuenta con el programa “Mulheres Mil”, que promueve la formación vocacional y tecnológica de mujeres vulnerables. Además de seguir sus pasos, los países de América Latina podrían implementar pasantías en empresas e instituciones relacionadas con CyT y ofrecer becas a las estudiantes de esas carreras, como hace el Gobierno de Australia. Estas iniciativas para fortalecer los mecanismos de transición no pueden dejar de estar acompañadas por planes que busquen abordar las microdesigualdades que existen en las instituciones de educación superior.
Fortalecer las trayectorias profesionales requiere consolidar políticas que permitan conciliar la vida familiar y la laboral, revisar la cultura organizacional y minimizar las prácticas inequitativas. Para lo primero se recomienda implementar la extensión de licencias y acuerdos de trabajo flexible sin asignación de género para compensar la carga desbalanceada de las responsabilidades de cuidado. Lo segundo apunta a derribar una barrera que suelen enfrentar las mujeres del sector en su desarrollo profesional: la promoción basada en normas y criterios de evaluación masculinos. Para esto en algunos países se han tomado acciones afirmativas como cuotas en los Comités de evaluación y planes que aborden aspectos institucionales y culturales en ámbitos laborales. En Argentina, el Programa Nacional para la Igualdad de Géneros en Ciencia, Tecnologías e Innovación impulsa la perspectiva de género en la investigación. Aún quedan por desarrollar en la región más programas de Liderazgo para Mujeres, como el del BID para el Sector Público, y aumentar el otorgamiento de becas y oportunidades de financiamiento.
Por último, debemos proveer a las y los jóvenes, sus familias, docentes y a la sociedad como conjunto, información de calidad de manera sistemática, para ayudar en la elección de proyectos de vida, así como para acompañar el desarrollo de narrativas inspiradoras sobre la importancia de la ciencia y la tecnología tanto en las trayectorias personales como en el desarrollo y la prosperidad de la región.
Diseñar, impulsar e implementar estas iniciativas es una tarea que involucra a los gobiernos, a las empresas, a las ONG y a la sociedad en su conjunto. Construir igualdad es construir oportunidades para que cada niña pueda desarrollarse en el ámbito que desee.