Al igual que el año pasado, en las pruebas Aprender 2017 quedaron en evidencia múltiples inequidades en el sistema educativo argentino. Una de las más resonantes es la diferencia de rendimiento entre las escuelas privadas y las públicas que, en Matemática y Lengua, las separan 25 puntos porcentuales.
A los alumnos del último año del secundario les cuesta resolver operaciones matemática en general, pero las dificultades recrudecen en la escuela pública. El 77,7% de sus estudiantes está en el nivel básico o por debajo y tan solo el 1,9% alcanzó el estándar avanzado.
En Lengua se replica la situación: el 46% de los alumnos de la pública está por debajo del nivel esperable, mientras que ese índice es solo del 21% en las privadas.
“La brecha educativa entre los que menos y más tienen se mantuvo en estas pruebas”, sostuvo el ministro de educación, Alejandro Finocchiaro. “Latinoamérica ya es una de las regiones más desiguales del mundo, pero puntualmente el argentino es uno de los sistemas educativos más desiguales de la región“, reafirmó Elena Duro, secretaria de evaluación educativa.
En los últimos años, en Argentina se presenta una “creciente privatización de la educación”. Las familias que pueden optar, prefieren enviar a sus hijos a establecimientos privados; de allí el crecimiento exponencial en la matrícula.
“La gran cuenta pendiente de nuestro sistema educativo es la inequidad. Lo que se hizo hasta el momento no marcó diferencias”, señaló a Infobae María Cortelezzi, directora ejecutiva de Educar 2050. “De algún modo necesitamos frenar el traslado a la escuela privada. Esa no debería ser la solución. Hay que trabajar en refacciones edilicias y en mantener una estructura estable. Cosas que hoy el sistema público no está garantizando”, añadió.
En tanto, Juan María Segura, experto en innovación y gestión educativa, dijo: “Los porcentajes de alumnos en niveles más que básicos de aprobación son exiguos en todas las mediciones, acentuándose en escuelas de gestión estatal y en los segmentos socioeconómicos más vulnerables. En ese sentido, no hay nada que celebrar”. A su vez, pidió por la derogación del artículo 97 de la ley 26.206 para poder conocer en detalle los resultados de cada escuela; un punto al que se refirió el presidente Mauricio Macri en la apertura de sesiones ordinarias.
Cuando se entrecruzan algunas variables, las diferencias entre la pública y la privada no son las únicas notorias. Hay otras tantas como según el nivel socioeconómico. En Lengua, entre el nivel bajo y el alto hay 41 puntos de diferencia entre los que no alcanzan estándares deseables. En Matemática, el 60,3% está debajo del nivel básico en los sectores más pobres, mientras que solo es el del 21,5% en los más ricos.
“Los resultados muestran un largo camino por recorrer en materia de desigualdades. Nuestro sistema educativo no está pudiendo revertir las desigualdades de origen y eso marca la necesidad de colocar el foco de todas las políticas educativas en los más vulnerables”, consideró Alejandra Cardini, directora de Educación en CIPPEC.
Las disidencias son marcadas en primaria, pero se acentúan en secundaria. Por caso, al comparar según ámbitos de desempeño, se observa que el 68% de los alumnos que viven en ciudades no cumple con los parámetros esperables en matemática, mientras que en el área rural ese número alcanza el 81%.
También se encontraron inequidades entre los jóvenes que trabajan fuera del hogar y los que no lo hacen. Las mujeres embarazadas o con hijos muestran grandes deficiencias en el aprendizaje y lo mismo sucede en los varones que son padres. En general, son los que suelen abandonar la escuela.
Entre los hogares indígenas y no indígenas se acrecienta la brecha. Entre los extranjeros y los locales casi no se registraron diferencias de rendimiento, en parte gracias al “sentido de la responsabilidad” de las familias inmigrantes. Por último, quienes reciben educación desde los 3 años tienen mejor performance que quienes comienzan más tarde.
Escuelas faro
Después de los resultados de Aprender 2016, el ministerio de educación detectó 3.000 escuelas -todas ellas públicas- con muy bajos rendimientos en las situaciones más vulnerables. A ellas las denominó “faro”. Se trata de 1.200.000 alumnos, lo cual representa el 10% de la matrícula total.
Durante 2017 se trabajó en la planificación y recién en 2018 se desembarcará en ellas con intervención pedagógica. De ese modo, apuntan a limar algunas de las diferencias que despliega el sistema. Finocchiaro explicó: “Son las que más necesitan la participación del Estado. El éxito de las escuelas faro es cuando dejen de ser justamente escuelas faro”.