En Argentina las adolescentes que tuvieron un hijo tienen menos probabilidades de terminar sus estudios secundarios, se ven más afectadas por el desempleo y permanecen más tiempo en el hogar dedicadas a tareas domésticas y de cuidados. Esos datos forman parte de la investigación “Consecuencias Socioeconómicas del embarazo en la adolescencia en Argentina” presentada por el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) y el Plan Nacional de Prevención del Embarazo no Intencional en la Adolescencia de la República Argentina (Plan ENIA), en el Ministerio de Salud de la Nación.
Esta investigación compara las trayectorias laborales y educativas de las mujeres que tuvieron una hija/o “en edad temprana” (entre 15 y 19 años) con quienes lo hicieron en “edad adulta” (entre los 20 y 29 años).
Según los resultados, las chicas que dieron a luz en la adolescencia registran una menor probabilidad de terminar sus estudios secundarios (solo el 38% de estas mujeres completó la educación secundaria contra el 55% de quienes fueron madres después de los 20 años) y permanecen más en el hogar dedicadas a tareas domésticas y de cuidados.
Además, las adolescentes que tuvieron una hija/o a temprana edad se ven más afectadas por el desempleo: registran niveles de desempleo un 21,4% mayores que quienes las/os tuvieron en edad adulta.
La situación es preocupante si se tiene en cuenta que en Argentina 7 de cada 10 embarazos de adolescentes de entre 15 y 19 años son “no intencionales”.
Otro dato que se desprende del informe es que el Estado invierte $ 5.320 millones por año en atención médica de embarazos de adolescentes. Esta inversión podría estar destinada a la prevención y sería suficiente para garantizar oferta plena, integral y gratuita de todos los métodos anticonceptivos para todas las mujeres del país que lo requieran.
La presentación del informe se hizo esta semana y estuvo a cargo del ministro de Salud de la NAción Ginés González García, la Directora Nacional de Salud Sexual y Reproductiva del Ministerio de Salud de Nación, Valeria Isla; Federico Tobar, asesor regional en insumos de salud reproductiva de la oficina para América Latina y el Caribe de UNFPA y Mariana Isasi, oficial de enlace de UNFPA Argentina.
También estuvieron presentes Julia Frenkel y Javier Curcio, ambos consultores para la aplicación de la metodología Milena en Argentina.
El Estado invierte $ 5.320 millones por año en atención médica de embarazos de adolescentes. Esta inversión podría estar destinada a la prevención y sería suficiente para garantizar oferta plena, integral y gratuita de todos los métodos anticonceptivos para todas las mujeres del país que lo requieran.
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En la apertura del período ordinario de sesiones, el Presidente Alberto Fernández anunció que su gobierno pondrá en marcha un “contundente programa de educación sexual integral y prevención del embarazo no deseado”, luego de anticipar que enviará al Congreso el proyecto sobre aborto legal y otro de los 1.000 días, para acompañar a mujeres gestantes en situación de vulnerabilidad.
Otro concepto de jóvenes “ni-ni”, por Nancy Balza
Durante años se asoció la noción de jóvenes que no estudian ni trabajan (“ni-ni”) con la imagen estereotipada de chicos y chicas ajenos a todo interés por tener responsabilidades en el mundo laboral y educativo. Mucho más cerca en el tiempo se comenzó a desentrañar quiénes ocupan ese rango poblacional. Y se concluyó que de ese universo, el 67 % son jóvenes que cuidan y que de ese porcentaje la enorme mayoría, el 95 %, son mujeres.
Son los datos que publicó oportunamente el Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (Cippec) para advertr, además, que “estas jóvenes realizan, de forma no remunerada, tareas de cuidado esenciales para el sostenimiento y la reproducción de la sociedad”.
En coincidencia con el diagnóstico que presentan ahora Salud y Naciones Unidas, se consideraba entonces que “las mayores dificultades que enfrentan las mujeres jóvenes para continuar sus estudios o trabajar tienen consecuencias críticas para su autonomía, su empoderamiento y la construcción de su ciudadanía”, de acuerdo al documento “Jóvenes que cuidan: impactos en su inclusión social”, de Gimena de León.
La conclusión a la que se llegaba entonces y se confirma ahora es que “las trayectorias escolares interrumpidas confinan a las jóvenes al ámbito doméstico, afectando su autonomía y posibilidad de desarrollar un capital social y cultural necesario para su desarrollo personal”.