El expresidente del Banco Central, Mario Blejer, reabrió recientemente un viejo debate sobre la riqueza de la Argentina. Es una “fabula”, lanzó. Más allá de la discusión sobre las posibilidades reales del país, las recurrentes crisis económicas alimentan coyunturas que impiden desarrollar una visión a futuro. ¿Cómo es el mapa de la producción para los próximos años? ¿Qué actividades podrían agregar trabajo y valor? Analistas consultados por LA NACION explican los desafíos y oportunidades de cada sector.
El poder del conocimiento
Las nuevas tecnologías y el desarrollo del software se presentan como una oportunidad destacada por todos los analistas. En 2017, el software argentino logró una cifra récord histórica en exportaciones con US$1699 millones, según información del Observatorio Permanente de la Industria de Software y Servicios Informáticos (Opssi). Los Servicios Basados en el Conocimiento representan el 8,3% del total de bienes y servicios exportados por la Argentina y explican el 6,5% de los asalariados de la economía.
“Menos del 10% de las empresas conocen los beneficios de las tecnologías de la cuarta revolución industrial, el sector del software es pequeño, hay pocas empresas dinámicas con talento que deberían expandirse y crecer”, describe el economista Ramiro Albrieu, investigador principal del área de desarrollo económico del Cippec . “Hay una incógnita sobre cómo hacemos para conectar al sector del software con la economía; los países que logran un crecimiento sostenido son los que consiguen realizar esas conexiones”, afirma.
Pero existe un “cuello de botella” cuando se trata de encontrar trabajadores capacitados. “Hay que modificar el esquema de formación de habilidades”, sostiene Albrieu. “El problema central para seguir creciendo es la falta de mano de obra calificada: si tuvieras 200.000 personas especializadas hoy tendrían trabajo ahí, pero no las tenes”, agrega eleconomista Bernardo Kosacoff, docente de las Universidades Di Tella y UBA. Pese a ello considera que en la Argentina “se pueden hacer cosas muy sofisticadas con las pymes y esto solo se hace en 10 de los 200 países en desarrollo, no cualquiera puede tener empresas como el Invap que vende reactores nucleares por millones de dólares a Holanda y Australia”.
La escasez de profesionales traducida en números indica que un 16% del total de trabajadores en la Argentina posee habilidades tecnológicas, mientras que Estados Unidos tiene un 33% y países como Alemania y Japón alcanzan cifras cercanas al 40%. “Para acelerar el cambio tecnológico tenés que readaptar el cambio de los trabajadores”, insiste Albrieu. Y agrega decepcionado: “Hay empresarios que creen que la inteligencia artificial es un robot que va a ocupar empleos”.
Un estudio realizado por Cippec indica el futuro potencial del sector con un cambio tecnológico adecuado. “Podrías acelerar el crecimiento entre 1% y 1,5% anuales durante las próximas dos décadas, un número significativo, el poder disruptivo de las tecnología es inmenso”, asegura Albrieu. Sin embargo, aunque las oportunidades existan, el investigador las equipara con el reloj de un taxi en marcha: “Son cada vez más cortas las ventanas de oportunidad, se pagan costos en términos de crecimiento por no acelerar el cambio. El status quo no es una opción, hay un llamado urgente, no podes esperar 5 ó 10 años porque el mundo no te va a esperar”.
“Estos años han sido trágicos para la producción: desde 2008 no crecemos, se invierte poco, se innova casi nada, no se califican los recursos humanos y la productividad no ha crecido. Podría ser escéptico, pero en términos de potencial la Argentina tiene capacidad de producir cosas muy sofisticadas”, analiza Kosacoff y lo justifica al destacar el desarrollo que durante la última década tuvieron “un centenar de empresas dedicadas a la producción de software y servicios, con exportaciones por US$9000 millones”.
“El desarrollo del software puede cambiar el estado tecnológico y la matriz productiva porque tiene un doble rol: consigue divisas, genera empleo de alta calidad y aporta trabajo para la economía, es ahí donde hay que poner el foco”, sostiene Albrieu.
Supermercado global
Como ejemplo de sector dinámico que comprende este fenómeno Albrieu cita al agropecuario: “Hay mucha innovación, si vas al campo ves primer mundo”. La Argentina elabora alimentos para más de 400 millones de personas y es el mayor productor per cápita de la región. “Podemos producir para 600 millones de personas en los próximos 10 años”, afirma Daniel Funes de Rioja, presidente de la Coordinadora de las Industrias de Productos Alimenticios (Copal).
“La góndola argentina está a la altura del mundo, podemos ser el supermercado global”, asevera. “En 2011 llegamos a exportar US$30.000 millones de alimentos industrializados contra una importación de solo US$1500 millones. No solamente el sector es exportador, sino que en términos de balanza comercial tiene un impacto tremendo”, afirma.
En cuanto a la generación de empleos, la industria tiene entre 400.000 y 500.000 trabajos directos. “Pero la integración vertical aguas arriba y abajo, hace que lleguemos a 1.500.000 de personas involucradas en todo el proceso, desde la siembra hasta la logística”, asegura. Funes de Rioja cree que en el futuro, la evolución de puestos de trabajo directos “no va a superar el 20%, pero puede incrementarse fuertemente por la demanda de servicios complementarios. Se puede agregar valor y generar empleos de calidad”, resume.
En cuanto a los desafíos menciona “una presión impositiva acumulada de 40% para alimentos y del 50% para bebidas, un castigo fenomenal, y en relación al costo de logística tenemos un costo tres veces superior al internacional”. Más allá de las dificultades, en el sector se muestran optimistas. “Se puede producir un giro copernicano en cinco años, andando mal exportamos cerca de US$26.000 millones. La industria alimenticia es una oportunidad de carácter permanente”, concluye Funes de Rioja.
Un boom de recursos
Una roca a 3000 metros de profundidad, gestada en el período Jurásico, se extiende debajo de Neuquén, parte de Mendoza, Río Negro y La Pampa. Vaca Muerta es la segunda reserva de gas y el cuarto en petróleo no convencional del mundo. De los 30.000 kilómetros cuadrados que abarca, se ha explotado solo un 2%. Trabajan 31 empresas y producen 25 millones de metros cúbicos por día. Entre octubre de 2017 y 2018, la producción de shale creció un 243% y representa el 15% de la producción de petróleo no convencional.
Las cifras de producción alcanzada explican la reciente reversión energética. “La Argentina tenía en 2015 un déficit de US$9000 millones, con una pérdida total acumulada de US$15.000 millones, mientras que este año ya logramos tener equilibrio, se ha logrado un cambio energético muy importante”, afirma Kosacoff. Para el exsecretario de energía Alieto Guadagni Vaca Muerta “puede incrementar su producción en los próximos años hasta un 50%, pero dependerá de las decisiones de inversión que se realicen”.
Sugiere Guadagni enfocarse en el desarrollo minero que “tiene un potencial enorme y está muy postergado”. A través de los 5500 kilómetros de la Cordillera de Los Andes y con una tercera parte del total de la producción, “Chile exporta 10 veces más productos mineros que la Argentina, con recursos por más de US$35.000 millones, mientras que nosotros generamos entre US$2000 y US$3000”, explica Guadagni y sostiene que hay 14 provincias con enormes posibilidades desde Jujuy hasta Tierra del Fuego. “Las exportaciones de la Argentina no superan los US$70.000 millones, si se añadieran US$30.000 por la minería sería un boom impresionante”, asegura.
El economista cree que se necesita “un cambio de actitud” y destaca que “hay un razonamiento ambiental equivocado”. Cita la producción en países como Canadá, EE.UU, Australia, Colombia, Perú y Ecuador, y se lamenta: “Somos los únicos con problemas, cuando es posible desarrollar minería sustentable”. Como ejemplo menciona a Chubut, “una de las reservas de plata más grandes del mundo, donde una ley prohíbe su explotación”.
En relación con las energías renovables destaca que “por primera vez crecen más las energías limpias que las sucias, la energía eólica y solar representan actualmente menos del 8% del total de la generación y, aunque tienen gran potencial, todavía son muy incipientes”. Y pone el acento en las hidroeléctricas. “La Argentina no demuestra interés en la mejor obra hidroeléctrica del mundo en el alto Paraná, el Pindoi, que podría convertirse en la más grande del planeta”. Y lo justifica con una cuenta sencilla: “Un kilovatio instalado puede costar allí menos de US$3000 y el gobierno ha contratado energía nuclear por más de US$7000 por un acuerdo con China”. “Hay que enfocar los temas con profundidad y no dejarse llevar por slogans”, enfatiza.
En referencia a la producción de Litio, conocido como el oro blanco, la Argentina produce en Catamarca, Salta y Jujuy el 16% de la producción mundial, detrás de Australia con el 40% y Chile con el 33%. Durante los próximos años el negocio global podría escalar hasta los US$7700 millones. El mineral es clave para la fabricación de baterías y se extrae de los salares del norte del país que integran el llamado “triángulo del litio”, junto a Bolivia y Chile. Se espera que el pico de demanda se produzca dentro de siete años. “Tiene mucho potencial pero todavía no sabemos bien como va a ser el mercado global, puede generar renta pero no mucho empleo”, asegura Albrieu.
Argentina for export
El turismo puede ser uno de los sectores clave para el desarrollo de la Argentina. En los últimos años se transformó en el cuarto complejo exportador, detrás de las oleaginosas, los cereales y la industria automotriz, con ingresos por US$5400 millones, en 2017, y US$5900 en 2018.
“La Argentina no va dejar de crecer hasta los 9.000.000 millones de turistas a finales 2020, una cifra nunca antes alcanzada”, sentencia Gustavo Santos, secretario de Turismo. La cifra es ambiciosa, pero no lejana: fueron 6.600.000 visitas, en 2017, y 7.000.000 el año pasado.
Actualmente el turismo aporta 1.100.000 puestos de trabajo, lo que representa un 5,5 % del total del empleo nacional y según Santos “va a seguir creciendo en alrededor de 300.000 nuevos puestos en los próximos años”. Desde la secretaría estiman que para finales del 2020, el sector empleará a un número cercano a 1.500.000 de personas.
“El turismo tiene una virtud extraordinaria, desarrolla en toda la Argentina la más federal de las actividades productivas”, destaca Santos e indica que el movimiento entre turismo interno y receptivo alcanzó los US$15.200 millones en 2017.
“Argentina ha planteado convertirse en un reservorio de naturaleza del mundo, para ello se crearon el año pasado 6 parques nacionales, la mayor cifra desde 1947. Apuntamos a duplicar la superficie de parques naturales, porque ese posicionamiento nos va a hacer muy fuertes en el futuro con un turismo global que va a demandar naturaleza”, afirma Santos.
Según la Organización Mundial de Turismo (OMT) 1 de cada 6 empleos en el mundo estarán vinculados al turismo en el futuro. De los 1800 millones de viajes que habrá alrededor del planeta en la próxima década, Argentina buscará ser una referencia. “América del sur en general y la Argentina en particular pueden captar ese crecimiento del turismo”, se entusiasma Santos