En plena corrección fiscal, el Cippec ofrece dos escenarios posibles para 2019, uno de “empantanamiento” y otro “caótico”, que se definirán según el financiamiento que consiga el Gobierno argentino, explicó Martín Rapetti, director de Desarrollo Económico.
Al primer escenario lo definió como de la continuidad de la economía del “Día de la Marmota” o “empantanado”, en el que prevé que 2019 no será “un año muy positivo, sino de muy bajo crecimiento, que podría ser cero o negativo”. Y otro “más crítico”, en el que estimó “una muy fuerte recesión este año y el que viene, y luego un rebote en 2020”. Se trata de un “mini 2002”, indicó, que generará una economía “caótica”.
En ambos escenarios, la Argentina “requiere financiamiento externo” para evitar una corrección brusca del gasto. Y el nivel de financiamiento hará la diferencia entre un escenario y el otro: “Estamos en zona de definición para rebotar en 2020”.
“Los desajustes en Argentina se definen a través de crisis de balanza de pagos, porque faltan dólares ya que hay más demanda de activos externos”, explicó en la presentación del informe.
Con todo, la política será clave. Entiende que Mauricio Macri “tiene chances de reelegirse”. Pero si Cristina Kirchner tuviera posibilidades de presentarse a un balotaje, podría impactar en el mercado cambiario a mediados del año que viene.
En tanto, en el escenario caótico para 2019 prevé que “el ajuste puede llevar más que un mandato”, que mejor podría capitalizar un candidato opositor o una María Eugenia Vidal para el oficialismo. “Macri asumiría con muchas heridas”, dijo.
Para Rapetti, la Argentina sufrió un cimbronazo cambiario por enfrentar déficits gemelos fiscal y de cuenta corriente- y por un nivel de reservas en relación a la deuda externa entre los más bajos de los emergentes (20%). Con todo, consideró que el tipo de cambio real, en torno a $ 30 “no es excesivamente alto”, ante un multilateral en $ 29,7 y bilateral con EE.UU. en $ 28,6. “No estamos muy competitivos, sino en torno al equilibrio”.
Y evaluó que la Argentina parte de un nivel de gasto “astronómico”, de 42,5% en 2017, que el Gobierno “quiere licuar con crecimiento”. Recordó que “correcciones bruscas del gasto público fueron con brutales devaluaciones y aceleración de la inflación”.
En el caso del ajuste que se acordó con el FMI, evaluó que es una baja “menos gradual que antes, pero no brusca”. Porque entiende que “el Gobierno falló en su diagnóstico cuando arrancó”, respecto de que todo el ajuste podía hacerse en 2016, aunque reconoció que realizó muchas correcciones.
“Lo que queda es una corrección favorable en el déficit de cuenta corriente por reducción del gasto”, dijo Rapetti, que prevé mayor consumo del turismo local, más exportaciones agropecuarias y caída importaciones energéticas.
En este contexto, perderá el salario. Según su análisis, el salario real se comporta en espejo con las devaluaciones: es la mejora en el poder adquisitivo de los salarios que empuja el gasto y la economía, lo que deriva en un atraso cambiario, que deteriora el balance de pagos propiciando una nueva corrección cambiaria. Es lo que sustenta la economía del “Día de la Marmota”, en alusión a la película donde el personaje de Bill Murray despertaba cada día como si volviera a ser el mismo día.
Qué capacidad tendrá el BCRA para planchar el tipo de cambio en un año electoral para que los salarios ganen poder adquisitivo, está por verse. “Esto lo hace el mercado”, dijo.
Para el escenario de empantanamiento, Rapetti espera que la participación del salario en el ingreso “yendo hacia abajo escalonadamente”. Para el caótico, prevé que el tipo de cambio salte y, por lo tanto, “una corrección de los salarios bien para abajo”.
Recordó que la sociedad argentina “pide un nivel de gasto y de equidad que no puede sostener la economía”. Y fue contra la visión “libertaria”, que lucha contra el exceso de déficit fiscal.
En cambio, propuso “exportar más” para tener un ingreso per cápita alto. “Es prioritario comprometer a los sindicatos”, que las exportaciones no descansen sólo en el sector primario (“la industria es parte de la solución, no del problema”) y fijar metas de exportaciones, asociadas a subsidios y exenciones impositivas.
Fuente: El Cronista