Las pequeñas y medianas empresas representan el 64%del mercado laboral del país, una fuerza de 4 millones de trabajadores. De cada cien empresas que hay en Argentina, 99 son pymes. La masividad no las hace menos desiguales en términos de género: sólo el 9.3% de las pequeñas empresas está en manos de mujeres. Y en las medianas, la proporción es del 6%. En las grandes empresas es el 8%.
Entre las principales conclusiones de “Obstáculos y oportunidades para las mujeres en el mundo de las pequeñas y medianas empresas” -un análisis sobre la brecha de género en el sector pyme local que presentan hoy CIPPEC y Facebook-, se lee también que las mujeres “aparecen rezagadas tanto en salarios como en empleos de calidad”.
En Argentina existen 539.470 empresas clasificadas como Pymes según el Ministerio de Producción (menos de 200 empleados). La Encuesta de Empresas del Banco Mundial estima que, en promedio, seis de cada diez firmas tienen participación de mujeres en su propiedad. Y sólo una mínima proporción tiene al menos una mujer en puestos de dirección.
Esta “subrepresentación” en la propiedad de la empresa o en los puestos de jerarquía se verifica en la Encuesta Permanente de Hogares (EPH). En el primer trimestre, de las personas que se declararon trabajar como “patrón” o por cuenta propia, el 39% eran mujeres. La proporción cae a medida que crece la empresa: sólo el 22% de las firmas de entre 40 y 200 empleados es de una mujer.
Explica también que mujeres y hombres usan ahorros personales para impulsar sus proyectos, pero el 16% de las mujeres declara que recibió apoyo de su pareja, lo que muestra una menor autonomía económica y menor capacidad de ahorro.
Los resultados tampoco son parejos: 6 de cada 10 mujeres asegura que su emprendimiento no contribuye a sus ingresos o lo hace en forma parcial, algo que le ocurre a 4 de cada 10 varones. Es que los rubros a los que se dedican son distintos según el género.
Las mujeres trabajan más en los menos dinámicos, los que rinden menos dinero, como servicios comunitarios, sociales y personales de salud.
“Todo esto reafirma por qué las mujeres no pueden ahorrar. Sus emprendimientos son más flexibles porque las tareas de cuidado siguen recayendo en ellas, las mujeres. Es necesario reforzar los ahorros de las mujeres para lograr una mayor independencia.
Para eso hay que lograr que sus emprendimientos se sostengan en el tiempo. Hace falta diseñar políticas sociales desde el sector público y privado”, explica a Clarín Florencia Caro Sachetti, del CIPPEC y una de las autoras del informe.