“Big Data nos permite hacer un análisis sistemático de los resultados de las elecciones y detectar si hubo intentos por cambiar los resultados o defectos en la administración de las mesas porque los presidentes de mesa no hicieron bien su trabajo o por problemas en la organización de la elección”, detalló María Page, investigadora asociada del programa de Instituciones Políticas de CIPPEC y quien tuvo a su cargo una investigación sobre los comicios de 2015 en la provincia de Buenos Aires que empleó herramientas de la auditoría contable apoyadas en Big Data. No obstante, la investigadora destacó que en la Argentina “falta un puente para que Big Data se use en la administración pública”.

“Son las mismas herramientas que se usan para mirar los libros contables de una empresa y saber si hubo fraude o alguna irregularidad en los movimientos”, describió Page. Las técnicas del análisis forense contable apoyado en Big Data “se pueden adaptar y se está empezando a hacer mucho en la academia, aunque todavía falta un puente en el uso de estas técnicas hacia la administración electoral y, en general, hacia la administración pública”, sostuvo.

Las declaraciones de María Page, investigadora asociada del programa de Instituciones Políticas de CIPPEC, se dieron en el marco de una entrevista que le hizo el periodista Jorge Elías en su programa radial “La Noche Continental”.

Cómo se trabaja con Big Data

En primer lugar, “se buscan patrones: se identifica cómo se comportaría la elección normalmente si la gente fuera a votar, votara libremente y el voto se registrara bien y se contara bien y todo ocurriera de acuerdo con la ley”, describió. Luego, “en función de esos patrones, se busca si hay mesas que son raras por algo”, como, por ejemplo, si hubo poca participación y el candidato que ganó en esa mesa sacó mucha ventaja; si hubo mucho voto en blanco y el que ganó en esa mesa sacó mucha ventaja; o si un partido tuvo un desempeño o mucho mejor o mucho peor que en el resto de las mesas de esa escuela o en el resto de las mesas de ese circuito.

Así, se van buscando indicios de anomalías. Si se encuentran muchas con un sesgo partidario, es decir, que siempre beneficien al mismo partido o perjudiquen a los mismos partidos, entonces se investiga si hubo un intento por alterar el resultado. La siguiente cuestión a resolver es si esas mesas raras y con sesgo partidario son suficientes, numéricamente, como para cambiar el resultado de una elección.

CIPPEC aplicó Big Data para analizar las elecciones de 2015 en la provincia de Buenos Aires. “Encontramos que las mesas con resultados raros eran muy pocas y estaban muy dispersas; además las rarezas no tenían un sesgo partidario y eran mucho más frecuentes en las elecciones del nivel municipal, para intendente”, contó Page. En todos los casos de los 135 municipios, la incidencia de las anomalías detectadas era tan marginal que no podría haber cambiado el resultado de ninguna elección (ni de presidente, ni de gobernador ni de intendente).

“La elección fue muy limpia y prolija, pero hay que tener en cuenta que era una muy competitiva, en la que había varios premios muy grandes en juego (la presidencia de la nación, la gobernación y las 135 intendencias), y muy pareja. Cuando las elecciones son parejas, hay mucho incentivo para ir a fiscalizar; entonces fue una elección muy fiscalizada”, destacó.

La investigadora enfatizó que esas elecciones contaron con con mucha presencia de los partidos en el territorio y eso generó un control cruzado que hizo que hubiera poco margen para la manipulación. “Son varios factores que ayudaron a que la elección saliera muy prolija, también estuvo muy bien organizada y los presidentes de mesa hicieron muy bien su trabajo porque encontramos muy pocos valores raros”, concluyó.

Page también se refirió al uso de la boleta partidaria en papel y a la utilidad de las PASO para los votantes y los partidos.