La economía argentina está estancada desde 2011. El ingreso por habitante se encuentra en un nivel similar al de 2008. Otra década perdida. Cerca de la mitad de quienes están en condiciones de trabajar tienen problemas de empleo, sea porque no lo tienen, lo han dejado de buscar, trabajan menos horas de las que desearían o lo hacen en negro. El poder de compra de los salarios se ha reducido en casi 20% durante los últimos cuatro años. La caída del empleo y los ingresos explica que más del 35% de los argentinos sean pobres. Al interior de este grupo se esconde además una asimetría alarmante: más de la mitad de los niños menores de 15 años —el futuro de nuestro país— son pobres, mientras que, entre los adultos mayores de 65 años, la pobreza ronda el 10%.
Para revertir esta dramática situación social, es indispensable que la economía retome la senda del crecimiento. Volver a crecer debe ser la principal meta que nos propongamos. No hay política redistributiva o de alivio a la pobreza que cure este deterioro social. Solo con crecimiento no alcanza, pero sin él es imposible.
Es ilusorio aspirar a crecer de forma inmediata, pero no imposible iniciar la recuperación en algún momento del año próximo. Una estrategia de política económica que busque recuperar el crecimiento debe ser integral e incluir al menos seis elementos clave. El primero es una acción urgente en materia de política social que alivie las fuertes carencias de los sectores más golpeados. A la luz de la exigente restricción fiscal, habrá que agudizar el ingenio para llevar a cabo con éxito esta acción. Se verá a prueba también nuestra responsabilidad social —la de los sectores sociales más pudientes, las empresas y las organizaciones de la sociedad civil— para colaborar en este desafío. Este elemento es paliativo pero indispensable.
El segundo pilar debería ser un plan de estabilización que procure bajar la inflación de forma rápida a niveles que no impidan el crecimiento. Algún acuerdo de precios y salarios que involucre a las cámaras empresarias, los sindicatos de trabajadores y el gobierno puede ser muy útil. Es una fantasía, sin embargo, pensar que solo con esto alcanza. Las experiencias de desinflación en Argentina y el mundo nos enseñan que los casos exitosos se basan en planes integrales que combinan las políticas cambiaria, monetaria, fiscal y financiera para llevar a la economía a un entorno inflacionario más bajo y que, como complemento, los pactos de precios y salarios contribuyen a lograrlo con mayor rapidez y efectividad.
Los siguientes tres elementos de la estrategia están fuertemente entrelazados: el acuerdo con el FMI, la renegociación de la deuda con los bonistas y la política fiscal de mediano plazo. Argentina transita hoy una crisis de confianza con respecto a su capacidad de cumplir con los compromisos de deuda. Está en el interés de todas las partes —Argentina, los tenedores privados de deuda, el FMI y la comunidad internacional— que se retome el sendero de cumplimiento normal de la deuda. Este objetivo es inalcanzable si la economía no vuelve a crecer. Por eso, todas las partes deberían conducir una negociación que tenga como objetivo prioritario el retorno del crecimiento. El acuerdo debería lograr que se posterguen los pagos de capital e intereses por lo menos durante dos años y que los fondos que desembolse el FMI sirvan para estimular la reactivación de la economía. Para que esa negociación sea exitosa, Argentina debería comprometerse en un amplio acuerdo político a instituir una regla que estipule cómo manejará su política fiscal cuando la economía retome el crecimiento de modo de generar los flujos financieros necesarios para cumplir con el servicio de la deuda acordado en la renegociación.
El sexto elemento del programa económico debería incluir a la estrategia de desarrollo exportador. Argentina ha sido el país con mayor cantidad de años recesivos en el mundo desde 1960. Todas las interrupciones de su crecimiento han estado asociadas a crisis de balanza de pagos; falta de dólares. Es clave que el acuerdo económico y social que se propone transcienda la necesaria negociación de precios y salarios para desinflar la economía y se proponga construir colectivamente una estrategia de crecimiento sostenido que tenga al desarrollo exportador entre sus pilares.