Aprender 2017 evaluó a los alumnos de 6to. grado de primaria en ciencias sociales y naturales, área de la que solo teníamos información al año 2013. Con esto, se completa un panorama de mejora que se extiende a las cuatro áreas básicas: entre 2013 y 2016, mejoraron los desempeños en lengua (de un 58,3% de estudiantes con desempeño avanzado o satisfactorio se pasó a un 66,3%), matemática (de 51,7% a 58,6%), ciencias sociales (55,5% a 65,6%) y ciencias naturales (53,2% a 67,5%).
En secundaria, Aprender 2017 aporta nuevos datos sobre el desempeño de los alumnos del último año en lengua y matemática. Allí, se evidencia una mejora importante en el área de lengua entre 2016 y 2017 (los estudiantes con desempeño avanzado y satisfactorio pasaron del 53,6% al 62,5%), que acentúa la tendencia de progreso desde 2013, cuando esta cifra alcanzó el 50,5%. Las malas noticias llegan en el caso de matemática, donde los resultados son muy bajos y se muestran estancados en el tiempo. Los estudiantes con desempeños satisfactorios y avanzados en matemática pasaron del 29,8% en 2016 al 31,2% en 2017.
Los resultados (tanto en primaria como en secundaria) muestran un largo camino por recorrer en materia de desigualdades. El reporte pone en evidencia desigualdades educativas en torno a variables sobre las que informes anteriores no habían publicado resultados. Los estudiantes de nivel socioeconómico bajo tienen resultados considerablemente menores que sus pares de nivel socioeconómico medio y alto; quienes realizan tareas en el hogar frecuentemente rindieron peor que quienes no lo hacen; quienes ayudan a algún familiar en el trabajo muestran la misma tendencia. Lo mismo pasa con quienes trabajan fuera del hogar, con los alumnos de hogares migrantes o indígenas, con quienes tienen hijos o han transitado un embarazo. Nuestro sistema educativo no está pudiendo revertir las desigualdades de origen y eso marca la necesidad de colocar el foco de todas las políticas educativas en los más vulnerables.