Puestos a medir el impacto de la revolución tecnológica en la industria, tanto por el nivel alcanzado como por el dinamismo, un sesudo trabajo comparó a los empresarios como montañistas muchas veces con vértigo. Atribuyen esa descripción a que la industria argentina presenta una estructura piramidal. Y distinguen tres grupos, los trekkers, que son como tractores, y que alcanzan a casi la mitad de las firmas, poseen tecnologías de primera y segunda generación pero se quedan en la base de la montaña. En el polo opuesto ubican a los cóndores, que apenas alcanzan al 6% y son firmas con tecnologías avanzadas y se están acercando a la cima. Y están los alpinistas, el 45%, con tecnologías intermedias muy dispuestas a escalar.
Estas consideraciones surgen de la encuesta desarrollada por CIPPEC, INTAL-BID y UIA entre 307 firmas de distintas ramas industriales. Solo el 9% cuenta con las llamadas tecnologías 4.0 que resumen lo que se ha dado en llamar la Cuarta Revolución Industrial. El 11% definió planes para adoptarlas, pero el 60% no tomó niguna medida.
En cuanto a lo laboral, apenas entre 10% y 15% demanda trabajadores con habilidades tecnológicas.
El trabajo se titula “Travesía 4.0: Hacia la transformación industrial argentina” y fue realizado por Ramiro Albrieu, Ana Basco, Caterina Brest López, Belisario de Azevedo, Fernando Peirano, Martín Rapetti y Gabriel Vienni. “El gran desafío de la industria manufacturera argentina es cómo escalar hacia la cima tecnológica”, asegura Rapetti, del Cippec.
Entre los cóndores hay empresas medianas y grandes, la mayoría exportadoras que invierten en su desarrollo tecnológico al contratar servicios de tecnologías digitales. Demandan personal con habilidades blandas con conocimiento de tecnologías 4.0. Muchas aumentaron sus planteles. De acuerdo a estos expertos, la principal traba es la falta de una infraestructura digital adecuada, más que la carencia de financiamiento.
Los alpinistas son las pymes no exportadoras que invierten en mano de obra que maneja las nuevas tecnologías. Padecen la ausencia de crédito y de recursos humanos adecuados.
Y los trekkers o tractores, que están en la base de la montaña, son los tecnológicamente menos avanzados. Debe considerarse que abarcan a la mitad de las firmas industriales. “En su mayoría, son micro y pequeñas empresas no exportadoras, que cuentan con menores niveles de inversión, sobre todo en desarrollo tecnológico. Tienen problemas de financiamiento y obstáculos internos para adoptar nuevas tecnologías, como el desconocimiento y la cultura de la empresa”, sostienen. Y se asegura que esos tractores no prevén hacer grandes cambios y hasta creen que la automatización no impactará fuerte en su dotación de personal de los próximos cinco años.
-¿Cuáles son las recomendaciones?
-Las políticas públicas tienen que impulsar una transformación tecnológica que puede y debe ser inclusiva, con creación de empleo. Hay que alentar modelos de negocios basados en la innovación, con la ampliación de mercados y la analítica de datos; y formar a los trabajadores. Deben estimularse la adopción de nuevas tecnologías con el financiamiento y los incentivos necesarios para que el proceso se acelere. Además. las políticas públicas tienen que ser segmentadas, porque cada grupo necesita estímulos diferentes.
“El Estado argentino tiene un enorme desafío por delante. Pero la condición de país de desarrollo intermedio, de una estructura semi industrializada, hace que la recompensa de completar la travesía hacia la cima tecnológica sea de las más grandes”, concluye Rapetti muy entusiasmado.