El primer dato del comercio exterior tras el escalón devaluatorio del 12 de agosto, no trajo sorpresas. Continúa el saldo positivo en la balanza comercial, más por defecto recesivo que por alguna virtud del esquema, en una economía que sigue navegando en la recesión.
Un informe del Indec señala que las exportaciones totalizaron en agosto u$s 5568 millones, 7,5% frente a 2018, y las importaciones llegaron a u$s 4400 millones, con un desplome del 30,3%. Así, el saldo de la balanza comercial se ubicó en u$s 1168 millones, en línea con el desempeño de los meses precedentes.
En el acumulado del año el superávit trepó a u$s 7708 millones, un dato que contrasta con el déficit de u$s 6767 millones que se había observado entre enero y agosto de 2018. En ocho meses la balanza comercial argentina se encamina a finalizar el año con un superávit cercano a los u$s 12.000 millones.
En este escenario aparecen varias luces amarillas. Por un lado, como en los meses anteriores, el superávit comercial se debe casi exclusivamente al desplome de las importaciones por el profundo proceso recesivo. Esta situación termina impactando en el intercambio comercial -exportaciones e importaciones-, que arrojó una baja del 13,2% anual.
Además, las exportaciones no rebotaron a pesar de la devaluación de casi 30% tras las PASO. “Las ventas externas alcanzaron su mayor pico en mayo (16,5%) y no han vuelto a retomar valores similares, incluso retrocedieron 0,8 punto porcentual respecto de julio”, dice un informe de LCG. La baja de los precios (4,6%) terminó siendo un lastre, pese al salto en las cantidades (12,7 por ciento).
Por su parte, el documento “Exportar para crecer” del CIPPEC, elaborado por Martín Rapetti, habla de la “trampa de crecimiento interrumpido”. “Cuando el crecimiento se interrumpe, las importaciones caen rápidamente, mientras que las exportaciones se mantienen o incluso crecen, producto de la corrección cambiarla. La Argentina se encuentra en esta fase del ciclo”, asegura.
Para el resto del año, un informe de la consultora ACM proyecta “una caída en el nivel de exportaciones respecto a los meses anteriores, provocada no sólo por cuestiones estacionales, sino también por la reciente imposición del cepo cambiarlo” y también la obligación de liquidar divisas en un plazo no mayor a 5 días hábiles”.
En contraste, Ecolatina ve “un avance exportador en torno al 6% interanual, consecuencia de una demanda interna que generará nuevos saldos exportables y la salida de la cosecha fina, posiblemente acelerada ante el temor al endurecimiento de la política de retenciones por parte de la nueva gestión Ejecutiva”.