Cómo medir la confiabilidad de las elecciones

En el Observatorio Electoral Argentino de CIPPEC nos propusimos medir la confiabilidad de las elecciones. Analizamos los resultados electorales oficiales de 2015 con herramientas que habitualmente se usan para detectar fraudes contables. No encontramos indicios de maniobras fraudulentas, aunque sí algunas cosas para mejorar.

Elecciones, confiabilidad y confianza

Desde 1983 celebramos elecciones periódicamente. La participación ha sido alta y los resultados, aceptados por ganadores y perdedores, aun los que se definieron por márgenes muy pequeños. También hemos tenido alternancia en el gobierno nacional y en 18 de las 24 provincias. Sin embargo, cada año electoral trae una discusión pública sobre la integridad de las elecciones. Este contraste también se manifiesta en las percepciones de los votantes que registramos en algunos estudios: aunque la gran mayoría tiene una buena experiencia al momento de ir a votar, la confianza en la integridad de las elecciones es muy baja.

Una propuesta para medir la confiabilidad de las elecciones

¿Existen motivos para desconfiar? Usando técnicas estadísticas diseñadas para la detección de fraudes contables, analizamos la cobertura y la precisión del recuento provisorio, la confiabilidad de las actas donde se asientan los resultados y la integridad de la elección general de octubre de 2015. Estas técnicas permiten detectar la manipulación de los datos provisorios, el agregado o la omisión de votos, el conteo erróneo y la alteración intencional de los resultados en los documentos de las mesas. Nuestras conclusiones aplican a los procedimientos y los sistemas que se usaron hace cuatro años.

Algunos de nuestros hallazgos

El recuento provisorio fue exhaustivo, preciso y sin sesgo partidario. Se entiende que el recuento provisorio está bien hecho cuando cubre al menos el 95% de las mesas, las diferencias con el escrutinio definitivo son pequeñas y no benefician ni perjudiquen sistemáticamente a un partido. En 2015, considerado todo el país, se contó el 97,2%. La cobertura fue más baja que ese promedio solamente en cuatro provincias. En las mesas que se contaron, las diferencias con el escrutinio definitivo fueron mínimas y no presentan sesgo a favor ni en contra de ninguna de las fuerzas.

No encontramos indicios de manipulación en las actas donde se registran los resultados de las mesas. Usamos el análisis de dígitos para estudiar la integridad de las actas y no encontramos rastros de alteraciones intencionales. Este resultado indica que no hubo intentos coordinados para cambiar los resultados de las elecciones modificando los documentos del escrutinio. En consecuencia, las imprecisiones del recuento provisorio parecen responder a defectos de capacitación, impericia o descuido de las autoridades de mesa, o problemas en el diseño de los telegramas. También una porción de las diferencias entre el recuento provisorio y el definitivo obedece a la resolución de las juntas sobre los votos recurridos y los impugnados.

No encontramos irregularidades en los resultados de las mesas. En general, la participación, el voto en blanco y el desempeño de los partidos se comportaron de manera independiente. Es lo que esperamos que ocurra cuando lo electores concurren a votar libremente y sus votos son correctamente registrados y contados. No obstante, en algunos lugares también encontramos grupos de mesas que se comportan de manera atípica. Esos comportamientos podrían ser indicio de problemas de integridad o de administración de las elecciones, pero también podrían explicarse porque las preferencias de los votantes varían dentro de la misma provincia o el mismo municipio. Por ejemplo, las preferencias políticas podrían variar según las zonas o barrios, el ingreso o la condición social, o en función de esfuerzos de movilización focalizados por parte de los partidos. De hecho, cuando comparamos cada mesa con las demás de su circuito para controlar esos factores no observados, encontramos que los patrones sospechosos se atenúan notablemente o desaparecen.

Finalmente, estudiamos el funcionamiento de la elección en centros de votación vulnerables. Trabajos previos postulan que las irregularidades, cuando ocurren, no se llevan a cabo en cualquier centro de votación sino en los que tienen pocos votantes. Donde circula poca gente, el control cruzado falta porque son relegados en el despliegue de fiscales y no suelen ser visitados por observadores. Para controlar si en esos centros hay indicios de problemas comparamos su funcionamiento con el de los centros de votación con más votantes. Tampoco encontramos diferencias significativas entre unos y otros.

Las elecciones funcionan

No detectamos problemas sistemáticos de administración o integridad en las elecciones nacionales de 2015 ni en las bonaerenses del mismo año. El recuento provisorio fue confiable, los documentos donde se asentaron los resultados de las mesas también, y los resultados no revelan patrones que puedan sugerir maniobras fraudulentas como agregar votos, votos mal contados u omisión de votos. Estos resultados coinciden con los de un estudio similar desarrollado en 2017. También, aportan tranquilidad sobre un momento de la elección que suele generar desconfianza entre los votantes: el escrutinio de mesa. Si en los documentos no se detectan irregularidades y el recuento provisorio no presenta grandes diferencias con el escrutinio definitivo, todo indica que los votos se cuentan y se documentan correctamente.

Autor


María Page

Investigadora asociada de Estado y Gobierno

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