Publicado en septiembre de 2022
Las ciudades son el motor del desarrollo de los países. Según el Banco Mundial, el 80% del producto bruto interno mundial se genera en las ciudades, y Naciones Unidas estima que para 2050 el 68% de la población vivirá en ciudades.
En Argentina, el 90% de la población se encuentra urbanizada, es decir, que vive en localidades con al menos 1.500 habitantes y que promedian los 30 mil habitantes. Dejando a un lado a las grandes ciudades de Argentina, como el Gran Buenos Aires, Córdoba o Rosario, el territorio nacional está conformado predominantemente por ciudades intermedias y pequeñas. En esa aproximación de la lente vemos que hay más de 300 municipios en los que viven entre 100 mil y un millón de habitantes, entendidos como ciudades intermedias.
Estas se caracterizan por ser capaces de cohesionar el sistema urbano con el ámbito rural, dado que su especialización productiva se vincula en gran medida por su relación con el campo. En general son ciudades agroindustriales que proveen servicios públicos (salud, educación), comercios y mercados a una serie de pequeños pueblos rurales cercanos. Son ciudades de proximidad, donde suele haber vínculos cercanos entre autoridades y personas, y cuentan con el beneficio de tener cierta escala poblacional que permite contar con masa crítica institucional, empresarial y de talentos, potencial liderazgo regional, infraestructura y conectividad. Su escala y cualidades las posicionan como potenciales polos de emprendimientos digitales en la medida en que logren desarrollar las condiciones sistémicas adecuadas.
Desde CIPPEC y PRODEM, con el apoyo del laboratorio de innovación del BID (BIDLAB) nos propusimos estudiar cómo promover el desarrollo local en este segmento de ciudades, partiendo de la premisa de que la pandemia aceleró la transición digital y eso generó oportunidades y desafíos en la promoción del emprendedurismo urbano. A nivel global, con la llegada del COVID-19, las restricciones impuestas a raíz del aislamiento derivaron en una mayor atención a la infraestructura digital, y a una mayor predisposición a la utilización de plataformas virtuales, en el marco de una mayor interacción entre gobiernos y sector privado para buscar soluciones basadas en la tecnología, así como en la proliferación de algunas economías de plataforma y de comercio electrónico.
Con el propósito de analizar la naturaleza y las estrategias de desarrollo posibles de este tipo de ciudades, el libro “Emprendimiento digital en ciudades intermedias” pone el foco en las condiciones que facilitaron el surgimiento de emprendedurismo digital en ciudades intermedias a nivel internacional como Eindhoven, Bilbao, Medellín y Valparaíso para entender qué factores permitieron su desarrollo. Son varios las dimensiones que se destacan al observar escenarios en común dentro de la dinámica de cada una de ellas: el liderazgo local de instituciones y figuras reconocidas como intendentes, referentes empresariales y académicos, la visión estratégica compartida, la especialización inteligente a través de activos locales e identidad urbana definida, la presencia de empresas “insignia”, talento y diversidad, una adecuada infraestructura tecnológica, calidad de vida y acceso al financiamiento, entre otros factores.
Luego, a partir de la metodología ICEC-d-prodem estudiamos cuatro casos de ciudades intermedias argentinas con el objeto de encontrar sus potencialidades y fortalezas para su desarrollo como polos de emprendimientos digitales: Rafaela (Santa Fe), Bariloche (Río Negro), Mar de Plata (Buenos Aires) y Ciudad de Mendoza (Mendoza). Las recomendaciones de política en tal sentido subrayan la necesidad de estimular el desarrollo de las capacidades digitales y emprendedoras de la población, forjar una cultura que estimule el emprendimiento impulsado por las nuevas tecnologías, así como también atraer y retener talento en las localidades, en línea con un robustecimiento de oportunidades para la creación de empresas digitales.
Ahora bien, al momento de diseñar políticas públicas, vale pensar el desarrollo de las ciudades en distintos plazos. En el corto plazo, resulta fundamental reducir las restricciones existentes para convertir los proyectos en empresas como, por ejemplo, facilitar el acceso al financiamiento, el desarrollo de infraestructura digital, la consolidación de redes y la articulación de políticas públicas. A mediano plazo, para que los emprendimientos puedan desarrollar actividades de mayor valor agregado basadas en el conocimiento especializado, deben contar con un ambiente adecuado para albergar una fuerza laboral creativa con habilidades abocadas a la innovación, el emprendedurismo digital y la producción de bienes y servicios de calidad. Aquellas ciudades que se destacan en la provisión de dicho ambiente son aquellas que cuentan con una mayor diversidad cultural y apertura a cambios del entorno. Es en los contextos de adaptación a los cambios en los que puede haber una mayor propensión a desarrollar capacidades nuevas que redunden en mayores oportunidades que, a su vez, colaboren en la construcción de un ecosistema local.
Por otra parte, la promoción del desarrollo local en la era digital, necesariamente, debe ser concebida de manera integral e inclusiva: no se debe dejar a nadie atrás, tal como indican los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Para ello, es clave atender la problemática de la brecha digital (en particular, en el desarrollo de capacidades y acceso a tecnologías y conectividad en los sectores más vulnerables), así como los desafíos que traen aparejados los nuevos tipos de empleo de las economías de plataforma, a través de la generación de mecanismos que impulsen sus aspectos positivos en términos de generación de empleo, productividad e incremento de ingresos, al mismo tiempo que contemplen la protección de derechos de quienes trabajan en estos marcos.
Los gobiernos locales enfrentan el gran desafío y la gran oportunidad de potenciar el desarrollo inclusivo y sostenible de nuestro país: aprender de las debilidades y de las buenas prácticas (propias y ajenas, y apalancar los esfuerzos que encabezan distintos sectores y niveles de gobierno son centrales para impulsar el crecimiento. Está comprobado que el desarrollo emprendedor tiene un rol clave en el crecimiento económico a largo plazo, así como en la generación de empleo. En la era digital, las ciudades intermedias tienen un protagonismo claro en el desarrollo emprendedor y, por ende, en el crecimiento esperado del país.