Cerrar las brechas económicas por género es una política que contribuye tanto a la equidad como al crecimiento

Las mujeres se insertan menos y de forma más precaria en la economía. Les cuesta más salir a buscar trabajo por las responsabilidades que tienen en sus hogares. Cuando logran hacerlo, su inserción laboral es de peor calidad: con mayores tasas de desempleo e informalidad; en sectores menos dinámicos de la economía y ganando  menos que los varones por el mismo trabajo.

Según el Foro Económico Global, si las tendencias se mantienen, alcanzar la equidad de género demorará 100 años. Desde 2008 se redujo la velocidad del cierre de la brecha de participación laboral. En la Argentina, solo 56% de las mujeres son económicamente activas (frente a 81% de los varones) y la brecha aumentó en los últimos años para mujeres jóvenes.

La peor situación laboral de las mujeres repercute sobre su empoderamiento económico y obstaculiza su pleno goce de los derechos. También afecta negativamente  el crecimiento, la sostenibilidad y la productividad de empresas y países porque representa un desperdicio de talento. Como las mujeres alcanzan en promedio mayores niveles educativos que los varones,  su exclusión parcial o total del mercado de trabajo es un grave problema de eficiencia.

Las empresas que brindan mejores oportunidades para las mujeres logran mayores rendimientos y productividad debido a que atraen y retinen a los talentos y así se destacan en materia de innovación y conocimiento. Las empresas con más mujeres en sus directorios superaron en 36% el desempeño financiero, en 26% los retornos de las inversiones en capital y en 16% las ventas a las empresas con menos proporción de mujeres directoras.

Además, según un estudio de McKinsey de 2016, si las mujeres tuviesen una participación laboral idéntica a la de los varones, el PBI global anual agregado se incrementaría en 28 mil millones de dólares para 2025 frente al escenario que continúe la tendencia actual. Es decir, la economía mundial crecería 26%. Si al menos se cumpliera la meta que el G20 estableció en Brisbane en 2014 de reducir en un 25% la brecha de participación laboral por géneros para 2025, el PBI global crecería en 5,3 mil millones de dólares. Pero el impacto de este crecimiento no sería homogéneo para todos los países, la contribución específica del Sudeste Asiático y de América Latina (y, por ende, la captación de estos retornos) sería particularmente relevante. Al promover una mayor y mejor participación laboral de las mujeres, el PBI latinoamericano podría crecer 34% más que manteniendo tendencias actuales.

Esto es particularmente cierto para países como la Argentina, donde todavía la población no está tan demográficamente envejecida y se puede aprovechar la proporción mayor de personas económicamente activas que de dependientes de sus ingresos. Para enfrentar la fase de envejecimiento demográfico será crucial lograr una mayor y mejor inserción laboral de las mujeres.

El G20 tiene un potencial enorme para contribuir a la equidad de género por su rol crucial en la economía global. Desde 2014, la mejora de la inserción de las mujeres en la economía cobró más relevancia en el G20 con la creación de un grupo de afinidad enfocado en el empoderamiento económico de las mujeres, el Women 20 (W20), la taskforce de Equidad Económica de Género del Think 20 (T20) y la incorporación trasversal de la temática en otros grupos de afinidad y en los gubernamentales.

Lograr la meta del G20 para 2025  exige que los países implementen soluciones efectivas e innovadoras. En esa dirección, el T20 sistematizará lecciones existentes y generará investigaciones rigurosas sobre la temática para informar el proceso de trabajo del W20 y de decisiones del G20.

El Gobierno argentino se propuso transversalizar la perspectiva de género en el G20. El presidente Macri reconoció su relevancia en el discurso inaugural del G20 Argentina. Cerrar las brechas económicas por género es crucial para el logro de los derechos de las mujeres y también para avanzar en el desarrollo de los países. Se trata de una política que contribuye tanto a la equidad como al crecimiento. Es hora de que el G20 traduzca sus debates en acciones concretas.

Autor


Gala Díaz Langou

Directora Ejecutiva

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