Publicado en noviembre de 2023
El 21 de noviembre conocimos una parte de los resultados definitivos del Censo Nacional de Población 2022 realizado por el INDEC. Esta información actualizada sobre la población argentina es fundamental para pensar políticas públicas de calidad: conocer la estructura de la población, sus condiciones de vida y la heterogeneidad en el territorio nos permite identificar mejor las necesidades y problemas, las regiones a priorizar y el tipo de intervenciones que se pueden realizar. En este sentido, el censo es la mejor fuente de información que tenemos, dado que tiene el máximo nivel de desagregación posible (toda la población, todos los hogares).
Entre otros aspectos, el censo permite conocer con mayor precisión la dinámica demográfica del país. La evolución del tamaño y la estructura etaria es un factor determinante en las tendencias de mediano y largo plazo: saber cómo es la sociedad hoy y cómo será en el futuro es esencial a la hora de planificar políticas públicas. En la actualidad, Argentina se encuentra en una fase intermedia de su proceso demográfico conocida como “bono demográfico”. Se trata de un periodo caracterizado por una alta proporción de personas en edad de trabajar frente a una población dependiente infantil que disminuye y una proporción de personas mayores en crecimiento. Los resultados del censo 2022 confirman estas tendencias.
Abordando los datos desde el punto de vista del ciclo de vida, podemos identificar cierta información clave para la planificación de las políticas públicas. En lo que hace a la población infantil, encontramos cambios significativos durante la última década. Las proyecciones del Censo 2010 esperaban una población de 3.7 millones de niños/as de entre 0 y 4 años para 2022; sin embargo, los resultados indican que ese número es de 2.8 millones en la actualidad (Gráfico 1). Esta baja inesperada en el número de niños/as se relaciona con la fuerte caída de la fecundidad que, según datos de la Dirección de Estadísticas e Información de la Salud, inició en el 2014. Entre 2014 y 2021, la fecundidad global cayó un 34% en Argentina, el descenso más pronunciado desde que existen registros anuales de esta variable en Argentina, y la tendencia a la baja fue aún más acelerada en niñas y adolescentes (-59%).
En este sentido, con respecto al 2010, se observa una menor proporción de población infantil (los niños/as de 0 a 4 años representaban el 8.3% de la población y ahora el 6.2%) y una baja en términos absolutos: en la actualidad hay 500.000 niños/as menos que en 2010 (Gráfico 1). Esta caída profundiza el bono demográfico en el corto plazo y abre una oportunidad que debe ser aprovechada. En los años venideros, el número de niños y niñas que ingresarán a la educación obligatoria en Argentina será aproximadamente un 33% menor al que lo hacía hace apenas 5 años. Esta diferencia se mantendrá a lo largo del tiempo e irá progresivamente afectando a los distintos niveles educativos. Si mantenemos la inversión actual, se irán liberando recursos, permitiendo concentrar esfuerzos en menos estudiantes y generando oportunidades para avanzar en reformas que, en el contexto de un sistema presionado por la demanda, son más complejas de instrumentar.
Gráfico 1. Población de 0 a 4 años según proyección de población y censo. 2010-2022
Fuente: elaboración propia en base a INDEC
Si bien aún resta conocer los datos educativos del censo, es importante prestar atención a la información sobre cobertura de espacios educativos en niños y niñas menores de 5 años. En 2010, el 69% de los niños y niñas de 4 años asistían a algún establecimiento educativo y este número bajaba al 39% a los 3 años. El acceso a espacios de educación y cuidados para la primera infancia en todos sus formatos (Centros de Desarrollo Infantil, Espacios de Primera Infancia, Jardines maternales, entre otros) promueve de manera sinérgica el desarrollo de niños/as y la autonomía económica de las mujeres. En los años venideros, será esencial continuar invirtiendo para cerrar las brechas de cobertura y el censo puede brindar información valiosa a nivel territorial. Además, será importante asegurar estándares comunes de calidad para estos espacios que hoy son muy heterogéneos y presentan grandes diferencias según el nivel socioeconómico de quienes asisten.
En lo que atañe a la población en edad de trabajar, su dinámica durante las próximas décadas va a convertirse en un dato fundamental. Como se mencionó antes, Argentina se encuentra atravesando su bono demográfico y sigue reduciendo su índice de dependencia potencial (cantidad de personas de edad inactiva por cada 100 personas edad activa) desde el censo de 1991 (Gráfico 2). Según estimaciones del Fondo de Población de las Naciones Unidas (2022), la caída de la fecundidad provoca que este bono demográfico sea más profundo, pero también anticipa su finalización unos 5 años. Es importante aprovechar la menor presencia de personas en edad inactiva para aumentar la participación laboral de muchos/as jóvenes, mejorar las condiciones del mercado de trabajo y la productividad de los trabajadores.
Gráfico 2. Evolución y proyecciones del índice de dependencia. 1970-2050
Fuente: elaboración propia en base a INDEC (2023) y UNFPA (2022)
Aprovechar esta oportunidad requiere focalizar acciones en quienes actualmente presentan las mayores tasas de desocupación e informalidad: los y, sobre todo, las jóvenes. En este punto, el censo aún no hizo públicos los datos que refieren al mercado laboral, pero en ellos podremos ver cuestiones como la cantidad de desocupados, la cantidad de trabajadores independientes, la informalidad y las ramas de actividad a las que se dedican las personas. Estos datos serán fundamentales para identificar dónde existen mayores problemas, qué actividades tuvieron mayor crecimiento y qué características tienen las personas con distintas categorías ocupacionales. Esta información desagregada a nivel territorial es un insumo clave para políticas como las oficinas de empleo y la organización de la oferta de cursos de formación profesional, que deben tener en cuenta la importante heterogeneidad de la matriz productiva argentina.
En tercer lugar, la demografía nos enfrentará en el mediano plazo a un reto significativo: el envejecimiento poblacional. La proporción de población mayor de 65 años subió levemente entre los últimos dos censos (del 10,2% al 11,8%), aunque lo hizo de forma heterogénea a lo largo del territorio. Existieron diferencias en la evolución en las distintas provincias que mostrarían alguna convergencia en su estructura etaria. Por ejemplo, en Tierra del Fuego la proporción de personas mayores aumentó un 74% (del 3,8% al 6,6%) y en Neuquén, un 41% (de 5,3% a 7,4%), mientras que en jurisdicciones más envejecidas como la Ciudad Autónoma de Buenos Aires o Santa Fe aumentó un 5% (16,4% a 17,3%) y un 7% (11,8% a 12,7%) respectivamente.
Las proyecciones muestran que la proporción de personas mayores aumentará de forma creciente en los años venideros. El envejecimiento poblacional lleva a poner el foco en la cobertura y sostenibilidad del sistema previsional. Respecto a la cobertura, entre 2010 y 2022 no hubo cambios: el 93% de la población de 65 años o más tiene una jubilación y/o pensión. Este nivel de cobertura es un dato positivo y debe ser un punto de partida para abordar los desafíos de sostenibilidad que se agravarán cuando, dentro de 20 años, empiece a aumentar la tasa de dependencia. Para enfrentar este momento con un sistema previsional más igualitario, equitativo y sostenible, es importante empezar ahora: las reformas previsionales comienzan a tener efecto solamente sobre las nuevas jubilaciones, por lo que el impacto fiscal y distributivo empieza a verse muchos años después.
El censo otorga datos esenciales para el diseño de políticas públicas basadas en evidencia. En la actualidad, podemos ver que Argentina se encuentra atravesando la etapa del bono demográfico y que, en el mediano plazo, se acelerará su envejecimiento poblacional. Para mejorar las condiciones de vida en la actualidad y garantizar un futuro sostenible e igualitario, hay diferentes políticas estratégicas que deben tener en cuenta a la dinámica demográfica: la educación y los cuidados en la niñez y la adolescencia, mejorar la inserción laboral de los y las jóvenes en el mercado de trabajo y garantizar un sistema previsional equitativo, sostenible y con alta cobertura.