Las Paso fueron introducidas en 2009 porque el sistema de partidos estaba tan debilitado que no conseguía agregar intereses, ni ofrecer opciones comprensibles, ni re-presentar. Desde entonces, han ayudado a los partidos a organizarse y ofrecer opciones más claras y atractivas para los votantes. Aun cuando no siempre se las ha aprovechado para definir candidaturas, las Paso tienen efectos positivos para los partidos y para los votantes.
Las Paso ayudaron a construir frentes electorales competitivos. Ocurrió en 2015, cuando Cambiemos ganó la elección presidencial después de dirimir la candidatura en la primaria. Algo similar acaba de verse en Santa Fe, donde las PASO se utilizaron para reunir al peronismo en un frente que ganó la gobernación. La experiencia sugiere que las primarias ayudan a la oposición a articular opciones competitivas.
Desde que hay Paso, la oferta electoral es más depurada y comprensible para el elector. La cantidad de listas en elecciones legislativas y presidenciales cayó a su piso histórico. Esto pasó porque los partidos con posiciones similares se unen para pasar el umbral (como pasó con el FIT). De este modo, las opciones poco representativas no pasan a la elección general y entonces la oferta que le llega al votante no está inflada y es más clara.
La oferta más comprensible alentó la participación. En 2017 en siete provincias los resultados de las Paso fueron revertidos en la general. Los votantes, con la información que les brindaron las Paso, entendieron mejor qué estaba en juego y algunos cambiaron su voto o decidieron ir a votar. Lejos de generar fatiga electoral en los ciudadanos, al aclarar cuáles opciones realmente están disponibles, las primarias han incentivado la participación: desde su introducción la concurrencia a las urnas en elecciones generales aumentó en cada elección.
Por otra parte, no está claro que eliminar las Paso tenga un impacto fiscal neto positivo. Sin ellas todas las agrupaciones, competitivas o no, participarían directamente en la elección general. La proliferación de postulantes aumentaría los costos logísticos de esa instancia, los subsidios para imprimir boletas se multiplicarían y el aporte de campaña se diluiría repartido entre más competidores. En cambio, las Paso sí generan que los medios de comunicación deban ceder espacios de publicidad no solo para la campaña de las generales sino también para la de las primarias.
En síntesis, las Paso no son el problema. Por el contrario, hay que potenciarlas, complementándolas con otras medidas que creen más incentivos para fortalecer a los partidos y alianzas nacionales. Así los dirigentes tendrán más herramientas para construir acuerdos amplios y estables y tener estrategias coherentes a través de todo el territorio nacional. Entonces, los votantes podrán saber quién está con quién, hasta dónde llega el oficialismo y dónde empieza la oposición. Si las opciones no se entienden no hay responsabilidad ni gobernabilidad posible. Esa tiene que ser la agenda de la reforma política en 2020.