Publicado en marzo del 2021
El sector energético argentino representa más de 6% del PBI del país y ofrece una oportunidad de desarrollo económico y social. Aprovechar los importantes recursos energéticos con los que cuenta Argentina favorecería la disponibilidad de energía de forma abundante y diversa, a precios competitivos y compatibles con los compromisos asumidos sobre el cambio climático, además de potenciar el desarrollo sostenible.
En un escenario óptimo, una matriz energética con alto impacto en las capacidades industriales promovería tecnologías escalables (que le dan continuidad y demanda sostenida a la industria), favoreciendo el desarrollo de diversas capacidades productivas– a través de la fabricación nacional de componentes sobre la base de los recursos existentes y el desarrollo de servicios del conocimiento asociados a la energía – y generando potencial escala y competitividad suficiente para desarrollar la inserción internacional de la cadena de valor.
Pasar de la oportunidad a la realidad requiere superar importantes desafíos con relación al crecimiento del sector, incluyendo el desarrollo de cadenas de valor locales de alta complejidad, algo que constituye un eje clave de la sostenibilidad del proceso de inversión en el sector. Proyectar los efectos de la inversión en energía eólica, hidroeléctrica, nuclear y térmica sobre la actividad económica, el empleo y su integración a la industria nacional echan luz sobre el potencial y las debilidades de cada una. ¿Cuánto cuesta sumarle 1000 megavatios de potencia con cada tecnología sobre el estado actual del sistema productivo argentino? ¿Qué impacto tiene sobre la
actividad, el empleo y que partes de esa tecnología pueden proveerse localmente?
Este documento plantea oportunidades y desafíos en torno al desarrollo productivo sobre escenarios de la matriz eléctrica prospectiva a 2030 y 2050, que podrían generar más de 297 mil empleos totales -139 mil en la industria argentina y 158 mil en la construcción- y 68 mil millones de dólares de actividad sobre la base de encadenamientos productivos locales, en base a una mirada integral sobre las tecnologías de generación y su impacto en el desarrollo industrial y el empleo.
El trabajo realizado no parece plantear demasiados dilemas en torno a qué tecnologías promover, en virtud de que no surgen indicadores contrapuestos entre competitividad y empleo: desde el punto de vista prospectivo la energía térmica y la eólica apuntan a ser las tecnologías para consolidarse como alternativas escalables, competitivas en precio y atractivas por su impacto en la generación de actividad local y empleo, como se analiza en este otro documento. La importancia futura de esos niveles de inversión para la generación eólica y térmica y, en especial, el arrastre asociado a la utilización del gas no convencional puede generar un impacto significativo a alcanzar para la industria local en las próxima décadas, con efectos adicionales sobre el desarrollo de un núcleo de capacidades productivas y tecnológicas construidas previamente para la tecnología nuclear e hidroeléctrica.