Publicado en agosto de 2021
La ciencia, la investigación y la tecnología son actividades cada vez más relevantes en la economía del conocimiento: vivimos en un mundo en el que la inteligencia artificial se usa cada vez más para automatizar decisiones en diferentes ámbitos y en la vida cotidiana, y que necesita respuestas científicas rápidas frente al avance de pandemias como el COVID-19 y frente a la amenaza del cambio climático. Además, estos conocimientos se tornan cruciales en términos de productividad, ya que se encuentran presentes de manera transversal en todos los sectores de la economía y pueden contribuir a tener procesos más eficientes y a generar empleos de calidad. Los países que dispongan de una masa crítica de estos conocimientos pueden especializarse mejor en sectores más dinámicos y volverse más competitivos, volviéndose referentes en los temas más acuciantes de la agenda global.
A pesar de su relevancia creciente, la ciencia y la tecnología (CyT) es uno de los sectores de la economía con menor participación femenina en el mundo, y en particular en América Latina. Mucho se ha dicho ya acerca de la disparidad en la cantidad de mujeres que estudian carreras relacionadas con la CyT, o de su participación relativa en ámbitos como el académico, pero se sabe poco acerca de cómo se trasladan estos fenómenos al mercado laboral y a la economía. Muchas de las mujeres especializadas en CyT no consolidan carreras profesionales en esos ámbitos, ya sea porque no toman puestos de trabajo en CyT o bien los abandonan en algún momento. Esta situación es conocida en la literatura especializada como “tuberías con fugas” y se utiliza para describir cómo las mujeres abandonan los campos de CyT en todas las etapas de sus carreras.
En Argentina, Brasil y México, aproximadamente un tercio del total de personas ocupadas en los sectores relacionados con CyT –que son los que tienen salarios por encima del promedio de la economía y que ofrecen empleos de mayor calidad-, son mujeres. Entre quienes cuentan con habilidades relacionadas con CyT y realizan tareas acordes en estos tres países las mujeres representan menos de un cuarto. Esta subrepresentación de las mujeres responde a un problema multidimensional y requiere, por lo tanto, un abordaje integral, teniendo en cuenta que las barreras que enfrentan las mujeres arrancan a edades muy tempranas y se suscitan a lo largo de sus trayectorias formativas y laborales.
Los principales caminos que pueden seguir las políticas públicas para sortear estas barreras y promover la inclusión de mujeres en los ámbitos de CyT son dos. El primero es un abordaje integral que ataque todos los obstáculos: políticas educativas y de formación profesional con perspectiva de género para dotar a las mujeres de las habilidades, interés y confianza necesarias y facilitar su acceso al mundo laboral; políticas culturales para derribar sesgos y estereotipos de género en empresas e instituciones, y promover la visibilidad de las mujeres en CyT; políticas para lograr una mejor conciliación entre la vida familiar y laboral y para fomentar la inserción de mujeres en este ámbito y su ascenso a posiciones de liderazgo. El segundo camino es la implementación y profundización de opciones de política que refuercen mecanismos fundamentales: proveer información pública de calidad y de manera sistemática; fortalecer y coordinar los esfuerzos del sector privado y, naturalmente, su sociedad con el ámbito público.
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