Publicado en septiembre de 2022
El sistema de jubilaciones y pensiones en Argentina, en los últimos 20 años, presentó un aumento significativo en la cobertura, al mismo tiempo que un crecimiento del gasto y una desigualdad en términos de beneficios. La multiplicidad de regímenes de acceso, aportes y beneficios premia (y subsidia) a ciertas personas trabajadoras por sobre otras. El mayor problema de desigualdad reside en el piso de años de aportes necesarios para acceder al régimen general, ya que el corte de 30 años penaliza con la pérdida de sus aportes a todas aquellas personas que, fruto del trabajo, hayan aportado durante un tiempo menor. Esta problemática derivó en la aparición de soluciones intermedias, como son las moratorias. Estas puertas de acceso ah hoc se superponen con beneficios como la pensión por vejez o la Pensión Universal para el Adulto Mayor (PUAM), nacidas para cubrir a aquellas poblaciones mediante esquemas no contributivos.
Este trabajo busca aportar al debate sobre la necesidad de un reordenamiento del sistema previsional, con el espíritu de profundizar aspectos de equidad (como es la amplia cobertura actual) y mejorar cuestiones de igualdad (premiando con los mismos criterios a todas las personas que contribuyan). En esta línea, el documento propone reordenar el sistema mediante un beneficio conformado por un componente universal, que abarque a todas aquellas personas en condiciones de retiro, y un componente contributivo que premie los aportes realizados al sistema a lo largo de la vida laboral.
Un modelo de esta naturaleza tendría diversos efectos positivos. En una primera instancia, ordenaría la cobertura para aquellas personas que no logran acceder al sistema contributivo en base a sus aportes. En segundo lugar, una base universal más alta que la Prestación Básica Universal (PBU) actual incrementaría el componente fijo y resultaría en mayor progresividad. En tercer lugar, una unificación del sistema evitaría la multiplicidad de regímenes contributivos alternativos y pondría en pie de igualdad a la totalidad de trabajadores y trabajadoras, al reconocer en sus haberes jubilatorios el esfuerzo realizado a lo largo de los años activos. Finalmente, se podrían saldar discusiones vinculadas al mínimo de años de aportes y la edad jubilatoria. Si el cálculo del componente contributivo se basa en aportes efectivos y expectativas de vida, los incentivos para postergar la edad de retiro están dados por la fórmula del haber inicial.
Los dos escenarios presentados en el documento ilustran modelos de ordenamiento que incorporan la idea de un componente universal y un componente contributivo. Estos muestran que es posible dotar al sistema de mayor progresividad e incrementar la tasa de sustitución de quienes hoy acceden solamente a la jubilación mínima o la PUAM. Este equilibrio acercaría más el sistema a los objetivos de equidad e igualdad que guían la propuesta.