El sistema de votación vigente coloca en manos de los partidos políticos la tarea de diseñar, imprimir y distribuir las boletas de votación. Esta práctica contiene deficiencias de fondo que afectan la calidad del proceso electoral.
Estas falencias son producto de un conjunto de lagunas e inconsistencias del Código Electoral Nacional que, frente a la modificación en las últimas décadas de las pautas de participación y representación política, no adecuó sus disposiciones sobre la forma de votar. Estas deficiencias afectan el derecho democrático de elegir y ser elegido y generan, además, incentivos perversos que terminan debilitando a los partidos políticos y desvirtuando el principio representativo.