Publicado en julio del 2020
En Argentina, el 85% de los casos de COVID-19 son de personas que viven en el área metropolitana de Buenos Aires (AMBA). Sin embargo, no todas las personas del AMBA están igualmente expuestas al contagio: los datos disponibles para la Ciudad Autónoma de Buenos Aires muestran que las tasas de contagio y mortalidad en barrios informales o asentamientos superan ampliamente las tasas registradas en los barrios formales de la Ciudad.
Entre mayo y junio 2020, la presencia del virus creció aceleradamente en barrios informales de la Ciudad. Antes de la aparición de los primeros casos en barrios informales se registraba una asociación positiva entre nivel educativo y tasa de contagio a nivel barrio, seguramente vinculado a que la mayoría de los casos en esas primeras semanas de la crisis eran importados. Con la aparición de circulación local del virus, se observa como esa correlación se invierte, evidenciando mayor presencia de personas afectadas por la pandemia en entornos de mayor vulnerabilidad social.
El avance rápido del COVID-19 en barrios informales puede estar asociado a las características socioeconómicas de las familias que residen en estos barrios. Los hogares que viven en asentamientos están más expuestos a la pobreza, la indigencia y la inseguridad alimentaria. Asimismo, los recursos económicos de las familias dependen, principalmente, de empleos en el sector informal de la economía, teniendo menos previsibilidad en sus ingresos y continuidad laboral. Las necesidades económicas y alimentarias impiden a las familias mantener el aislamiento preventivo por tiempos prolongados. La mayor circulación amplifica el riesgo al contagio, el cual se expande rápidamente al interior de las viviendas donde muchas familias viven en condiciones de hacinamiento y/o comparten espacios comunes.
La pandemia podría entonces profundizar aún más las diferencias sociales. Para evitar que este escenario suceda es importante diseñar políticas integrales de contención que contribuyan a moderar el crecimiento de la curva.
La evidencia reciente sobre cómo el COVID-19 está siendo contenido muestra que es necesario combinar medidas de distanciamiento social con las políticas de testeo, seguimiento de contactos cercanos y aislamiento de los enfermos. Sin embargo, en los asentamientos informales, donde las brechas sociales son mayores, es necesario complementar las políticas sanitarias con abordajes sociales integrales.
Estos abordajes deberían basarse en 5 tipos de políticas: (a) apoyos económicos y alimentarios, (b) acceso a servicios básicos, principalmente de agua potable, (c) canales de información abiertos con los vecinos sobre cómo prevenir el contagio y qué hacer en caso de tener síntomas, (d) políticas específicas para proteger a poblaciones con especial vulnerabilidad, como migrantes y mujeres que pueden sufrir mayor exposición a la violencia durante esta crisis, y (e) política de monitoreo y evaluación.
Mirando al largo plazo, es fundamental avanzar con la implementación de los planes de integración urbana de los barrios informales. Las políticas de contención son fundamentales durante la crisis, pero no resuelven los problemas de base. Los procesos de urbanización pueden contribuir a reducir las brechas en acceso a servicios básicos y calidad de la vivienda, funcionando como mecanismos para reducir la desigualdad existente en la Ciudad de Buenos Aires.
La mejora en las condiciones estructurales podría tener impacto en la calidad de vida de las personas que residen en barrios informales, y podría reducir su vulnerabilidad frente a futuras crisis.