El mundo está viviendo una transformación que tiene pocos antecedentes en la historia: un conjunto de nuevas tecnologías -que incluyen la inteligencia artificial, el internet de las cosas, el análisis de Big Data, la impresión 3D y los sensores inteligentes- está cambiando la forma en que producimos, consumimos, comercializamos y, por supuesto, la forma en que trabajamos.
¿Cuáles son las consecuencias de estos cambios sobre la economía y los empleos? Es difícil estimarlas porque el cambio recién empieza y avanza muy rápido. Además, estas tecnologías tienen un amplio alcance y afectan a la totalidad de la economía y no sólo a un sector.
Lo que sí es evidente es que el funcionamiento de la economía tal como lo conocemos la está siendo desafiado, y el empleo, principal motor del desarrollo económico y social, está en el centro de estas transformaciones.
Al pensar en esta transformación –la Cuarta Revolución Industrial- surgen tres preguntas centrales:
- ¿Se perderán empleos debido a la automatización de tareas?
- ¿Qué sucederá con los salarios y las relaciones laborales?
- ¿Habrá brechas mayores o menores en el mercado de trabajo al incorporar estas tecnologías?
El escenario para el futuro del trabajo va a depender de dos factores:
- la adopción y difusión de nuevas tecnologías por parte de las empresas.
- la adquisición de las habilidades y conocimientos que serán demandados en la 4RI por parte de los trabajadores.
La historia muestra que en las revoluciones industriales previas hubo ganadores y perdedores a nivel mundial en términos de ingresos, productividad y bienestar. Argentina tendió a ubicarse entre los “perdedores” por la incapacidad de buena parte de las empresas y los trabajadores para absorber completamente las nuevas tecnologías y traducirlas en ganancias de productividad.
PBI per cápita de Argentina relativo al del país más dinámico en cada revolución industrial
¿Cómo avanzamos hacia un futuro deseable?
Si bien el futuro es incierto, llevamos adelante un ejercicio de prospectiva tecnológica que reunió a hombres y mujeres del ámbito empresarial, sindical y de la sociedad civil, y a expertos en historia, economía, sociología, educación y ciencias políticas. Allí, los participantes imaginaron y caracterizaron futuros alternativos para el mundo del trabajo en Argentina y reflexionaron sobre el tipo de acciones necesarias para recorrer el sendero hacia el mejor escenario posible.
El escenario preferible es aquel en que el país logra adoptar la tecnología en forma extendida y adaptar las habilidades de sus trabajadores completamente. Esto es lo que se espera que suceda con las economías avanzadas.
Pero ¿es este un escenario posible para la Argentina? ¿Es el ideal? ¿Está el país en condiciones para correr la carrera entre tecnología y educación y que termine empatada en un mundo como con más tecnología y mejores habilidades?
¿Cómo le está yendo a Argentina con la digitalización?
Los desarrollos recientes generan cierto optimismo: una mayor integración económica a través de menores costos de transporte y comunicación, un comercio más abierto y la aparición de cadenas globales de valor facilitaron el acceso de las empresas de todo el mundo a las nuevas tecnologías.
Además, el tiempo promedio entre una invención y su uso como tecnología disminuyó y también se redujo la diferencia entre los países en tiempos de adopción de las tecnologías. En Argentina, por ejemplo, el uso del telegrama apareció casi tres décadas después que en los Estados Unidos. La llegada de internet, en cambio, fue sólo tres años posterior.
Pero, ¿cuán veloz es la difusión de las nuevas tecnologías en Argentina? La brecha tecnológica entre los países líderes y los seguidores es amplia: la penetración de las tecnologías digitales en Argentina es muy inferior a la observada en los países que lideran la transformación digital, como Japón, Alemania y Estados Unidos.
Grado de adopción digital en los países del G20 (2016)
¿Tienen los trabajadores argentinos las habilidades necesarias para adaptarse al cambio tecnológico?
La Argentina no participa en las encuestas estandarizadas sobre habilidades y conocimientos de los trabajadores y la mejor aproximación que tenemos es el desempeño educativo.
En los últimos 50 años el desarrollo de habilidades en Argentina y buena parte del mundo emergente cambió drásticamente: aumentaron los años de escolaridad y el gasto público creció más rápido que el PBI, de manera que una mayor cantidad de recursos son orientados hacia la inversión en capital humano.
Sin embargo, el sistema de desarrollo de habilidades y conocimientos de Argentina falla en cumplir sus objetivos básicos de aprendizaje. De acuerdo con el Programa Internacional de Evaluación de Alumnos (PISA) que compila la OCDE, los resultados promedio de educación en Argentina son más bajos que los obtenidos en países de altos ingresos.
Así, el punto de partida para Argentina en términos de adaptación de habilidades estaría en un nivel bajo.
Desempeño educativo por percentil. Argentina y promedio países de la OCDE (2016)
A) Lectura
B) Matemáticas
Fuente: OCDE (2016).
Lineamientos de política para aprovechar la Cuarta Revolución Industrial
Hoy, la Argentina muestra una baja adopción y difusión de tecnologías y problemas para readaptar conocimientos y habilidades de los trabajadores. Si no cambian las políticas, Argentina va a ser un país que deja pasar el tren de la Cuarta Revolución Industrial y todas las oportunidades que trae.
Por suerte, la Cuarta Revolución Industrial acaba de comenzar y todavía hay tiempo para adaptar las políticas y las instituciones al mundo venidero. La tarea es compleja para Argentina pero las acciones que empresarios, trabajadores y dirigentes tomen de aquí en adelante pueden cambiar la tendencia histórica del país a quedar rezagado en períodos de cambio.
Algunos lineamientos para lograrlo son:
- Implementar un plan productivo para una adopción más rápida y generalizada de las tecnologías asociadas a la Cuarta Revolución Industrial.
- Introducir políticas de formación en conocimientos y habilidades específicas.
- Repensar los esquemas de protección y más en general las instituciones que median en las relaciones laborales