Los sistemas educativos pueden habilitar diferentes trayectorias educativas desde su propuesta curricular: articulado con reglas complementarias, el currículum puede construir circuitos más o menos flexibles, en los que los estudiantes tengan mayor o menor posibilidad de elegir, y con ello de vincular su recorrido educativo con sus intereses, posibilidades y planes a futuro.
Según su grado de flexibilidad, las propuestas curriculares pueden seguir a tres modelos:
Los primeros dos modelos tienden a habilitar pocas formas de transitar el nivel, pero el tercero rompe con patrones tradicionales de organización de los regímenes académicos a la vez que reconoce y posibilita recorridos más diversos por parte de los estudiantes.
El caso de Ontario es un exponente de este tercer modelo en el que parece haberse entendido mucho sobre el potencial regulador del currículum sobre las prácticas pedagógicas y los trayectos estudiantiles.
Los resultados en materia de calidad y equidad en Ontario han motivado estudios en profundidad de las estrategias desplegadas para alcanzarlos, que han inspirado a educadores de todo el mundo. Este estudio muestra que Ontario también es un caso interesante en lo que respecta al currículum de nivel secundario y que es un caso paradigmático del sistema de créditos.
Entender la complejidad de su diseño e implementación es útil para alimentar los esfuerzos que en todo el mundo se realizan para mejorar la calidad de la enseñanza y el aprendizaje en el nivel secundario.
El sistema de créditos: promoción, evaluación y acreditación
En un sistema de electividad por créditos existe un menú de cursos dentro del cual el estudiante debe ir eligiendo, siguiendo una serie de reglas sobre los mínimos y máximos de cursos pertenecientes a las distintas áreas curriculares y/o disciplinas, y la correlatividad exigida entre los distintos cursos. La acumulación de una cantidad y tipo de créditos específicos permite la titulación.
En estos sistemas, el menú de cursos disponibles excede a la cantidad de cursos que los alumnos deben tomar y la libertad de elección del alumno es permanente, dado que debe tomar decisiones acerca de qué aprender a lo largo de toda su escolaridad.
Los desafío de implementar modelos de electividad curricular
La posibilidad de elegir y decidir sobre la propia trayectoria escolar excede los documentos curriculares: para que sea realmente una opción es necesario contar con herramientas complementarias. El desafío de garantizar una oferta equitativa a todos los jóvenes crece a medida que se amplía la gama de opciones de tránsito por el nivel secundario.
En primer lugar, todos los jóvenes deben tener acceso a las distintas opciones de tránsito por el nivel secundario. Es necesario garantizar la implementación de la oferta en todo el territorio, o bien establecer criterios distributivos orientados a garantizar la equidad y cierto piso de electividad para todos los alumnos. Para esto puede ser necesario introducir políticas educativas complementarias que favorezcan el acceso real y equitativo a las distintas opciones: políticas de transporte escolar, de dotación de materiales y equipamiento, entre otras cuestiones.
En segundo lugar, el sistema educativo debe poder garantizarles las herramientas para elegir, es decir, las capacidades y conocimientos necesarios para entender las diferencias entre las distintas opciones de tránsito y las oportunidades y desafíos asociadas a cada una. Es central contar con un sistema sólido de acompañamiento a la trayectoria de los alumnos, orientado a informar sus decisiones y a orientarlos en el diseño de su trayectoria postsecundaria. De lo contrario, la capacidad de tomar buenas decisiones puede quedar determinada por la capacidad de cada familia de orientar a sus hijos en este camino; lo que coloca en desventaja a alumnos de familias con menor capital cultural o con escasa o nula trayectoria en el nivel secundario.
La mirada sobre estos detalles propios del caso de Ontario da cuenta de la necesidad de evaluar las condiciones para la implementación antes de pensar en el cambio hacia un sistema de créditos, teniendo presente el riesgo de agrandar las brechas educativas que puede presentarse en caso contrario.
El sistema de créditos en Ontario
En Ontario la cursada en el nivel secundario está organizada en torno a un sistema de créditos. Para graduarse, los estudiantes deben haber obtenido 30 créditos además de haber aprobado un examen provincial de Lectoescritura y realizado 40 horas de trabajo comunitario.
Los créditos se obtienen al aprobar 30 cursos con una nota superior al 50% durante los 4 años de nivel secundario. Para cada uno de los cursos existen contenidos y expectativas definidos en los documentos curriculares disciplinares.
Cada alumno -en conjunto con sus padres, en caso de ser menor de edad, y con ayuda de los equipos de orientación de la escuela- define cuáles son esos 30 cursos. A la hora de elegir y aprobar 18 de los 30 cursos, deben seguir las siguientes reglas:
Los 12 cursos restantes pueden ser elegidos libremente por los estudiantes del menú de cursos ofrecidos por la escuela. En todos los casos, existe correlatividad entre los distintos cursos, por lo cual el orden en que se los elige no puede ser aleatorio. Además, los sistemas de correlatividad limitan las trayectorias posibles, donde las primeras elecciones condicionan en alguna medida las elecciones posteriores.
El sistema de créditos en Ontario otorga también cierta flexibilidad temporal a las trayectorias: no es necesario aprobar las asignaturas en bloque para avanzar en el nivel, sino que se puede progresar a medida que se aprueban los distintos cursos.
Si bien cada curso está asignado a un grado en particular, es posible que, por ejemplo, un alumno esté cursando un curso de Matemáticas de Grado 10 mientras cursa otro de Inglés de Grado 9, porque no ha conseguido aprobar éste en el primer intento.
Así, es posible aprobar menos cursos por año y extender la duración en años de la cursada del nivel, sin necesidad de volver a cursar las materias que ya se promocionaron. A su vez, existen algunas escuelas que organizan el dictado de cursos de forma semestral, por lo que los alumnos pueden cursar simultáneamente una cantidad de cursos menor, durante un período más breve. Las trayectorias pueden, entonces, tener distinta duración.
¿Qué podemos aprender del currículum y el sistema de créditos en Ontario?
Reglas y límites. El estudio del caso de Ontario muestra que en todo currículum “flexible” existen reglas que limitan la electividad que tienen el objetivo de asegurar que los estudiantes adquieren los contenidos fundamentales. Ontario definió las disciplinas en las cuales debían completarse 18 de los 30 créditos necesarios para graduarse. De esta forma, se garantiza que todos los estudiantes estén expuestos a la enseñanza de asignaturas fundamentales como Matemáticas, Lenguaje y Ciencias Sociales, entre otras.
También existen reglas para garantizar la secuenciación de los conocimientos en un orden lógico. En Ontario, si bien los alumnos pueden dilatar la duración de su trayectoria escolar y completar los grados en más de un año lectivo, la gran mayoría de los más de 290 cursos están asociados a un grado en particular. Además, el orden en que se toman los cursos que se ofrecen para completar los créditos está determinado por reglas de correlatividad entre aquellos que pertenecen a las mismas disciplinas.
Esto hace que la electividad en Ontario sea mucho más compleja que un sistema de selección libre por gusto o interés de 30 cursos de entre 293 ofrecidos. Así, el caso de Ontario también da cuenta de que la flexibilización curricular solo puede ser comprendida acabadamente si se la entiende en relación a otras reglas complementarias.
Interacción con patrones de desigualdad. El estudio de este caso ilumina una cuestión de especial interés para pensar la flexibilidad curricular en el contexto de países en vías de desarrollo: su interacción con patrones preexistentes de desigualdad social. ¿En qué medida entra en tensión la flexibilización curricular temprana con el objetivo de garantizar pisos de conocimientos comunes que habiliten a los alumnos a realizar elecciones futuras en igualdad de oportunidades con sus compañeros?
Si la diversidad de opciones está limitada por las capacidades técnicas o presupuestarias de los distintos territorios para ofrecerlas, la electividad puede no ser real.
La existencia de dispositivos de orientación estudiantil y socio-ocupacional es fundamental para superar esta tensión. Estos dispositivos pueden equipar a los estudiantes con las herramientas necesarias para realizar elecciones sabias con plena conciencia de sus intereses, fortalezas y de las posibilidades futuras que cada elección habilita y obtura.
La ausencia de estos dispositivos en el contexto de un sistema con flexibilidad curricular conduciría a desigualdades aún mayores: la elección de cursos quedaría determinada por la capacidad del entorno familiar de guiar a sus hijos en este proceso, la cual está signada por el capital educativo y cultural de cada familia.
Condiciones de posibilidad. Para la implementación de una oferta de cursos lo suficientemente rica en todas las escuelas, hay tres claves en el caso de Ontario:
- El tamaño de las escuelas secundarias: un establecimiento escolar promedio aloja alrededor de 1000 estudiantes secundarios. Esto permite concentrar una importante planta docente en un mismo espacio físico y ofrecer una gran variedad de cursos en una misma escuela lo cual reduce el riesgo de contar con pocos estudiantes en algunos cursos.
- Las características de la formación docente: para enseñar en el nivel secundario es obligatorio haber cursado una carrera universitaria de cuatro años con dos especializaciones (majors), y luego cursar la formación en educación, de dos años de duración. Así, cada docente puede dictar clases en dos áreas disciplinarias distintas, lo que amplía las posibilidades de reconfigurar la oferta año a año.
- Planeamiento adaptativo de la oferta educativa: bajo el liderazgo de sus directores, las escuelas deben poder reconfigurar el menú de cursos anualmente, siguiendo las preferencias expresadas por los estudiantes al finalizar cada año lectivo para permitir realmente la elección por parte de los estudiantes. Esto exige reacomodar a los docentes y a los estudiantes, procurando garantizar horas de trabajo para todos los docentes y horas de clase para todos los alumnos. Para ello, cuentan con el apoyo de software específico.
Ontario parece haber entendido mucho sobre el potencial regulador del currículum sobre las prácticas pedagógicas y los trayectos estudiantiles. Comprender la complejidad de su diseño e implementación es, sin dudas, muy útil para alimentar los esfuerzos que en todo el mundo se realizan para mejorar la calidad de la enseñanza y el aprendizaje de las juventudes.
La calidad del proceso de desarrollo y revisión curricular en esta provincia canadiense comprende procesos institucionalizados para la redacción y revisión de los documentos curriculares y podría estar operando como uno de los factores de éxito de este sistema educativo. La exigencia de basar estos procesos en evidencia y la preocupación por involucrar a todo tipo de actores en estos procesos (expertos, docentes, estudiantes, familias, sindicatos, entre otros) sugiere que la buena práctica curricular de Ontario excede a la cuestión de la flexibilización.