Publicado en julio de 2022
El proceso de integración social y urbana del Barrio Mugica, liderado por la SECISYU, tiene por objetivo mejorar las condiciones de vida de las familias que residen en el barrio. En este marco, esta evaluación busca analizar la efectividad de uno de los programas insignia del proceso de reurbanización: el reasentamiento de las familias del Bajo Autopista hacia viviendas nuevas. En vistas a que en Argentina se están realizando múltiples procesos de integración social y urbana a nivel nacional, los aprendizajes de este estudio podrían ser de utilidad para la toma de decisiones de instancias similares que requieran el reasentamiento de toda o parte de la población de un barrio informal.
Esta evaluación busca medir los efectos de este reasentamiento en variables sociales a nivel individual, familiar y comunitario. La construcción del grupo de tratamiento y comparación se apoya en la normativa que delimita espacialmente la asignación de la vivienda nueva sólo a las familias que residen bajo la autopista Presidente Doctor Arturo Umberto Illia. Adicionalmente, se recolectaron dos rondas de encuestas en ambos grupos (antes y después de la mudanza). La estimación de los efectos se basa en un modelo cuasi-experimental de diferencias en diferencias, el cual permite medir los cambios en el tiempo en las variables de resultados atribuibles al programa.
Este estudio encuentra que el reasentamiento mejoró sustantivamente las condiciones de infraestructura de la vivienda. Además, se observa una reducción importante en la probabilidad de que la familia reasentada viva en condiciones de hacinamiento, con una caída de 12 puntos porcentuales. A su vez, las estimaciones permiten identificar mejoras en indicadores de calidad del sueño, la satisfacción con la vivienda, la identificación con el sector de residencia y la expectativa de seguir viviendo en esa propiedad en los próximos años. Sin embargo, a la fecha no se muestran cambios estadísticamente significativos en lo que respecta al tamaño del núcleo familiar ni en la satisfacción con el estándar de vida. Tampoco se observan modificaciones en las expectativas de cambio social a cinco años en factores que exceden a la vivienda como empleo, ingresos, conexión con el resto de la ciudad y seguridad.
El programa de reasentamiento implicó el desplazamiento de las familias hacia una zona más nueva del barrio, en la cual se emplaza el nuevo Ministerio de Educación de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. El cambio en el entorno muestra efectos positivos de la mudanza en lo que respecta a victimización en los últimos seis meses, con una reducción de 11 puntos porcentuales en la exposición a algún episodio de inseguridad. A su vez, las estimaciones muestran mejoras en indicadores de percepción de seguridad tanto al caminar a solas cerca de la vivienda (mejora de 10 puntos porcentuales), como al estar solas en sus hogares (mejora de 11 puntos porcentuales), e incluso al estar en otros ámbitos públicos del barrio, como la feria y plazas.
Las estimaciones sugieren que la participación en el programa está asociada con una caída en las expectativas de mejora a largo plazo de la vivienda y de la urbanización del barrio. En otras palabras, las familias reasentadas no ven factible la posibilidad tener una vivienda mejor en los próximos cinco años. A su vez, se observa una menor incidencia de arreglos y reformas en su vivienda en el último año respecto al grupo de comparación (con un efecto de 14 puntos porcentuales). Aun cuando esta menor inversión en el hogar no es un problema de corto plazo, la misma podría poner en jaque la sostenibilidad del programa si se perpetúa, ya que el deterioro de la propiedad podría poner en riesgo su seguridad y su valor económico.
Por otra parte, se observan mejoras en el corto plazo respecto a la salud de niños y niñas menores de cinco años. En cambio, entre los y las mayores de cinco años no se registra un avance estadísticamente significativo, lo que podría deberse al escaso tiempo transcurrido desde la mudanza, aunque también podría ser el resultado de la baja incidencia de enfermedades respiratorias o gastrointestinales en la línea de base.
En suma, esta evaluación revela que existen avances considerables de corto plazo en la calidad de la vida de las familias como resultado del reasentamiento. Sin embargo, este tipo de intervenciones son difíciles de escalar. El costo económico y en recursos humanos que se necesita para esta política es de una magnitud difícil de replicar en poblaciones más grandes. Por lo tanto, esta experiencia, aunque muy exitosa, puede ser solo una solución para poblaciones geográficamente concentradas. No obstante, a pesar de que replicar esta intervención resulta complejo, es posible tomar algunos componentes de esta estrategia para reforzar las políticas de mejoramiento de la vivienda in situ. Aspectos como el acompañamiento familiar, la escrituración y el monitoreo de los indicadores sociales son extrapolables a otros programas de menor escala.
Este estudio nos muestra que estas intervenciones integrales logran mejorar la calidad de vida de las familias que viven en situación de extrema vulnerabilidad, ya que funcionan como catalizadoras del cambio social y urbano. Mejorar la calidad de vida de las familias que residen en los asentamientos informales es un camino insoslayable para igualar el acceso a derechos y permitir un desarrollo más inclusivo e igualitario para las generaciones futuras.