Publicado en febrero del 2020
En Argentina, casi la mitad de los niños vive en situación de pobreza de ingresos. No solo eso: la proporción de niños en situación de pobreza es mayor que la de adultos, y la brecha entre ambos viene aumentando desde las últimas dos décadas. La infantilización de la pobreza se manifiesta también en privaciones diferentes del ingreso, tales como las de salud o de infraestructura básica. A su vez, las condiciones materiales en las que se realiza el cuidado de niños y niñas se encuentra fuertemente condicionado por el nivel de ingresos de cada hogar.
Reconocer la importancia de la niñez es imperante desde el punto de vista ético y jurídico. El Estado es el garante último de los derechos de los niños y niñas, y la situación social de la primera infancia en Argentina evidencia grandes déficits en su cumplimiento de este rol. Pero también es imperante desde un enfoque del desarrollo económico, en tanto la evidencia indica que los primeros años de vida son críticos para el desarrollo de las personas y sus capacidades.
En los últimos años, Argentina avanzó con políticas nacionales específicamente dirigidas a esta población, tales como las asignaciones familiares, los espacios de crianza, enseñanza y cuidado, programas de acompañamiento familiar, entre otros. Sin embargo, estas son insuficientes para resolver sus necesidades dado que se caracterizan por su escasa cobertura, calidad heterogénea y desarticulación entre sí. Según los últimos datos disponibles, sólo el 32% de los niños menores de 4 años asisten a servicios de crianza, enseñanza y cuidado.
Asimismo, estos valores varían enormemente entre las distintas provincias del país, acentuando así la heterogeneidad y un cumplimiento de derechos diferenciado. A su vez, la niñez y la adolescencia, estos grupos son los más postergados en términos de inversión social desde una perspectiva intergeneracional.
El análisis de otras experiencias regionales evidencia que la primera infancia tiene una importancia creciente en la agenda pública, y también que varios de los problemas existentes en nuestro país son comunes al resto de América Latina. En consecuencia, el análisis de las estrategias desarrolladas en ellos es interesante para derivar lecciones aprendidas que puedan ser utilizadas en el caso argentino. En particular, las experiencias del Sistema Nacional de Cuidados de Uruguay y el Programa Chile Crece Contigo ofrecen aprendizajes útiles para mejorar la integralidad de las intervenciones dirigidas a la primera infancia en nuestro país a partir de la coordinación intersectorial, tanto a nivel territorial como administrativo.
Las políticas que se ejecutan actualmente a nivel nacional son un esfuerzo importante por mejorar la situación de la infancia en Argentina, pero existen muchas oportunidades para mejorarlas en términos de su alcance y su efectividad. Aprovecharlas requiere generar un abordaje integral de la primera infancia, aumentando la coherencia y el impacto conjunto de las intervenciones a partir de una mayor coordinación entre ellas. Para ello es necesario:
- En primer lugar, universalizar y fortalecer las transferencias de ingresos a hogar con niños y niñas, para permitir una mejora en sus condiciones materiales de vida.
- En segundo lugar, sería útil modificar el sistema de licencias para incluir a todos los niños, independientemente de las condiciones laborales de sus familias.
- En tercer lugar, es urgente ampliar la oferta de servicios a la primera infancia, incluyendo desde una perspectiva integral componentes de salud, educación y desarrollo social.
- Por último, y para lograr la implementación de los primeros tres componentes, es urgente garantizar un financiamiento e institucionalidad adecuados para mejorar la situación de la niñez en el largo plazo.