Los niños y adolescentes cuentan con el derecho a tener un nivel de vida digno y que sus familias cuenten, para ello, con dinero. Además, este período es crucial para el desarrollo cognitivo, físico y emocional de las personas. En comparación con otras etapas, lo que ocurre en la infancia y la adolescencia tiene mayores implicancias en cómo se transita el resto de la vida.
A pesar de la relevancia que tiene asegurar que todas las familias con niños y adolescentes accedan a un cierto nivel de bienestar, en la Argentina son estas familias las que se encuentran en situación de mayor vulnerabilidad en todas sus dimensiones. Este fenómeno se conoce como infantilización de la pobreza y se caracteriza por niveles de pobreza más elevados en la infancia que en la población general.
En el primer semestre de 2018 el 41,6% de los niños y adolescentes menores de 18 años en aglomerados urbanos vivían en situación de pobreza, porcentaje que casi duplica el 22% referido a la población de 18 años o más (Gráfico 1). Lo mismo se verifica al analizar la situación de indigencia, que alcanza al 8,1% y desciende a 3,7% para la población mayor de 18 años (CIPPEC, en base a EPH-INDEC).
Pobreza e indigencia en niños y adultos. Aglomerados urbanos. 1º semestre 2018.
Revertir la infantilización de la pobreza y su profundización implica un arduo desafío en el largo plazo, ya que supone abordar causas estructurales arraigadas en patrones culturales y factores políticos y socioeconómicos. Sin embargo, pese a esta complejidad, es un desafío que debe comenzar a tratarse con urgencia y de manera integral, en un plan de largo plazo que contemple sus múltiples dimensiones. Un pilar incuestionable en esta estrategia debe ser garantizar que todas las familias con niños cuenten con ingresos suficientes para vivir dignamente.
¿Qué son las transferencias del Estado a las familias?
Las transferencias de ingresos son montos que otorga el Estado a las familias con niños como pilar de una estrategia para garantizar que las familias cuenten con ingresos suficientes para tener un nivel de vida digno.
¿Todas las familias con niños reciben las mismas transferencias?
No. En Argentina el Estado transfiere ingresos a las familias a través de tres vías: 1) subsistema contributivo (Asignaciones Familiares), 2) subsistema no contributivo (principalmente Asignación Universal por Hijo), y 3) deducción del Impuesto a las Ganancias.
En Argentina hay 13 millones de niños y niñas menores de 18 años. El 29% de ellos reciben AUH, el 39% AFH y un 5% reciben apoyo monetario a través de la deducción del impuesto a las ganancias. Del 27% restante, 13% se encuentra cubierto por AFH contributivas provinciales y 3% por pensiones no contributivas.
Todavía hay un millón y medio de niños (10% del total) que no reciben ningún tipo de transferencia: ya sea porque están excluidos por normativa u otras razones (7%), o porque no tienen un adulto asociado en el registro y se desconoce su situación (3%). Se trata en su mayoría de niños en los sectores de menos ingresos.
¿Por qué es necesario modificar el esquema actual de transferencias?
El esquema actual es fragmentado: existen múltiples tipos de cobertura que dependen principalmente de la condición laboral de los adultos, cuando en realidad el foco debería estar puesto en los derechos de todos los niños y adolescentes.
Además, el esquema presenta también serias inequidades. En primer lugar, una proporción importante de familias con niños y adolescentes no cuenta con ningún apoyo monetario, incluso pese a cumplir con los requisitos normativos. También hay inconsistencias entre los niños cubiertos: los distintos tipos de cobertura no otorgan una transferencia equivalente ante un mismo nivel de ingreso y el valor de las prestaciones es regresivo. Los criterios de elegibilidad son heterogéneos y en algunos tipos de cobertura el derecho de los niños se encuentra condicionado al cumplimiento de corresponsabilidades o a la cantidad de niños en la familia, mientras que en otros no.
¿Cómo debe ser el nuevo esquema de transferencias?
Son dos los principios que deben guiar a esta reforma:
- Debe ser universal
Todos los niños, sin importar la situación laboral de sus familias, deben contar con ingresos que les permitan llevar un nivel de vida digno y no caer en la pobreza, y el Estado tiene el deber de garantizar a todas las familias este nivel de bienestar.
- Debe ser equitativo
Con el fin de promover la equidad, los montos transferidos por el Estado de manera directa o indirecta a las familias deberían ser crecientes cuanto menores sean los ingresos de los hogares. Esta progresividad debe ser articulada entre los tres subsistemas del esquema de transferencias y guiar una reforma de las zonas prioritarias.
¿Cuánto vale tu hijo/a para el Estado?
Con el objetivo de visibilizar el sistema de transferencias a la niñez y la adolescencia, y las heterogeneidades que se pueden hallar en su interior, CIPPEC se alió con La Nación Data para construir una calculadora que te permite saber qué transferencia le corresponde a tu hijo según una serie de variables como el tipo de inserción laboral, la configuración familiar y el ingreso del hogar. Ingresá a la aplicación haciendo clic aquí.
¿Cuál es la propuesta de CIPPEC?
CIPPEC propone una reforma gradual del esquema de transferencias que apunta a reducir la infantilización de la pobreza, eliminar las inequidades de acceso al sistema de protección social y revertir los sesgos regresivos del esquema actual. Con el fin de que la reforma resulte fiscalmente factible, se presentan dos escenarios de ampliación de la cobertura a 2020, pero entendiéndolos como estadíos intermedios en el proceso de universalización del sistema.
Escenario 1
Se propone que el monto de las asignaciones sea equivalente a un valor intermedio entre el techo actual de las asignaciones familiares para los hijos de los trabajadores formales y un 65% de la Canasta Básica Total para los niños de 0 a 17 años. Esta intervención implicaría una reducción de 11 puntos porcentuales de la pobreza infantil.
Escenario 2
El monto propuesto equivale al 65% de la Canasta Básica Total para los niños de 0 a 17 años, el cual permitiría reducir a menos de la mitad la pobreza infantil.