Para eliminar la violencia contra las mujeres hay que eliminar la desigualdad y la discriminación. Todavía hay obstáculos que impiden la plena incorporación de las mujeres argentinas, en igualdad de condiciones, a todos los espacios de la vida.
Eliminar la violencia contra las mujeres exige abordar los patrones de desigualdad y discriminación que aún prevalecen en nuestra sociedad. Todavía hay obstáculos que impiden la plena incorporación de las mujeres argentinas, en igualdad de condiciones, a todos los espacios de la vida. Las dificultades que aún hoy experimentan las mujeres argentinas para acceder a sus derechos son aristas de la violencia de género.
Las mujeres argentinas enfrentan muchas más dificultades que los varones en la búsqueda, en la selección y en la promoción laboral. Solo cuatro de cada diez mujeres son activas laboralmente (trabajan o buscan trabajo), cifra que no mostró crecimiento en los últimos 15 años y contrasta fuertemente con el 70% de actividad laboral masculina.
Incluso cuando logran insertarse en el mercado laboral, lo hacen en puestos con peores condiciones que los varones: sufren más la informalidad y ganan un 31% menos. Esta brecha salarial en parte puede explicarse por las características de los puestos (de menor jerarquía, la llamada segregación vertical o “techo de cristal”) y de los sectores (como educación y salud, algo conocido como segregación horizontal o “paredes de cristal”) que ocupan en mayor grado las mujeres, pero justamente la segregación vertical y la horizontal son parte del problema.
La participación en el mercado laboral y la posibilidad de ascender es mucho menor para las mujeres con menor educación, o de zonas rurales, o casadas, o con niños menores de seis años, que para los varones en iguales circunstancias. Solo tres de cada diez puestos de trabajo en espacios de decisión, tanto en el sector público como en el privado, son ocupados por mujeres y, la mayoría de ellas (83%) tiene hijos de más de seis años. Esto sugiere cierta incompatibilidad, que aplica solo para las mujeres, entre tener niños pequeños y una inserción en puestos de gran responsabilidad.
En la política se reproducen patrones similares. Apenas un 25% de cargos jerárquicos son ocupados por mujeres en la Administración Pública Nacional, y, si bien hubo avances en garantizar el acceso al poder con las leyes provinciales de paridad en las listas, no sucede lo mismo con el ejercicio.
A nivel nacional, desde 1991 existe un cupo legal (que establece que el 30% de los lugares en las listas legislativas debe ser cubierto por mujeres), pero la distribución de tareas aún está sesgada por género. Por otra parte, la regla de paridad es resistida y su tratamiento se postergó. Así, este año la mayoría de las listas de candidatos probablemente sean encabezadas por hombres.
Estas dificultades están íntimamente relacionadas con la falta de equidad en la distribución de las tareas al interior de los hogares. Las mujeres destinan en promedio 6,4 horas diarias a desarrollar tareas domésticas no remuneradas (con una participación del 88,9%) y de cuidado. En cambio, solo un 57,9% de los varones argentinos realiza este tipo de labores; y los que lo hacen, en promedio, dedican tan solo 3,4 horas diarias. La brecha persiste para todos los niveles de trabajo de mercado. Incluso, las mujeres que trabajan a tiempo completo dedican más tiempo a esas tareas que los varones no ocupados.
Otro ámbito donde se ve la violencia hacia las mujeres es en el acceso a servicios integrales de salud sexual y reproductiva. En particular, la tasa de mortalidad materna en la Argentina sigue siendo muy alta (3,2 por cada 10.000 nacidos vivos) y lejana al compromiso que adoptó el país con los Objetivos de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas. Estas muertes son, en gran parte, evitables. Además, el derecho de las mujeres a decidir libre y responsablemente sobre el número de embarazos o el intervalo entre los nacimientos también está siendo vulnerado. A pesar de los avances en las políticas de educación sexual integral, en la Argentina, uno de cada seis nacidos vivos es hijo de una madre adolescente; y el 69% de estos embarazos fue no intencional.
Por último, a pesar de la visibilización y el rol central que ocupa la violencia física y psicológica hacia las mujeres en la agenda pública, la situación es alarmante y continúa empeorando. Relevamientos realizados por organizaciones de la sociedad civil revelaron que en 2016 una mujer fue víctima de un femicidio cada 30 horas, mientras que entre enero y mayo de este año, hubo un femicidio cada 25 horas.
Los altos índices de violencia física y verbal tienen su correlato en todas estas otras formas de violencia que padecen diariamente las mujeres y frecuentemente quedan invisibilizadas. La perspectiva de género debe estar presente en todas las políticas públicas. Esto requiere de un Estado activo, aunque no es suficiente. Asegurarles a todas las mujeres el acceso a sus derechos requiere del compromiso y la participación de tod@s.
Propuestas de política pública
- Avanzar en la implementación de un sistema integral de cuidados a través de:
- a) la expansión de la oferta pública de educación inicial y cuidado y la mejora de la calidad de los servicios brindados y
- b) la modificación del actual régimen de licencias que incluya, ampliar la licencia por maternidad a 98 días, extender la licencia por paternidad a 30 días y crear una licencia familiar, que pueda ser tomada de forma no consecutiva y flexible durante el primer año de vida del bebé.
- Promover políticas activas de empleo. Es necesario que el Estado tenga un rol activo en la promoción de una mayor actividad económica femenina, a través del desarrollo de sistemas de información y orientación vocacional que estimulen nuevas opciones para las mujeres y rompan los estereotipos de género. Además, deben fortalecerse las instituciones de intermediación laboral y formación profesional para brindar a las mujeres orientación e información sobre oportunidades adecuadas a sus intereses y posibilidades.
- Fortalecer el acceso a la salud integral y a los derechos sexuales y reproductivos. Esto requiere promover una estrategia de difusión de la información en todo el territorio y asegurar un mejor acceso a métodos anticonceptivos y atención en salud.
La desigualdad en números
- El salario promedio de los varones es 31% mayor que el de las mujeres(CIPPEC sobre MTEySS, 2015).
- El 30% de las mujeres que trabajan tiene educación superior, contra un 15% de los varones (PNUD, 2014)
- Solo 3 de cada 10 puestos de trabajo en los cargos de jefatura y dirección en el país son ocupados por mujeres (PNUD, 2014)
- El 89% de las mujeres realizan trabajo no remunerado en el hogar frente a 58% para los varones (EUT 2013)
- Tiempo que las mujeres destinan a estas actividades casi duplica el que le dedican los varones: 6,4 hs vs. 3,4 hs. (EUT 2013)
- Tasa de actividad masculina 68,9 vs. 46,3 de tasa femenina (22,6 puntos porcentuales por debajo) (EPH IV trimestre 2016)
- En argentina hay un femicidio cada 30 horas (2016), y un femicidio cada 25 horas entre enero y abril de 2017
- Tasa de mortalidad materna en la Argentina 3.2 por cada 10.000 nacidos vivos (MINISTERIO DE SALUD,2015)
- En la Administración Pública Nacional, el 25% de los puestos de decisión son ocupados por mujeres (ministerios, secretarías, subsecretarías, direcciones nacionales y generales, y titularidad de organismos descentralizados)