La utilización de indicadores de producto puede explicarse por dos motivos: la inexistencia de teorías de cambio que permitan identificar cuáles son los resultados e impactos esperados y la inexistencia de sistemas de información robustos que permitan medir dichos resultados e impactos. Los indicadores de producto constituyen una respuesta rápida al requerimiento de medir la calidad del gasto público. Sin embargo, la entrega de bienes y servicios no asegura necesariamente el logro de objetivos de resultado e impacto, pues pueden existir errores de cálculo sobre las hipótesis de intervención, así como problemas de implementación de las políticas y programas.
Si analizamos los indicadores de producto incorporados al Presupuesto 2019, observamos que la mayor proporción posibilita medir aspectos vinculados al grado de cobertura de los programas presupuestarios en relación a su población objetivo (47,5%). Este tipo de datos resulta útil para valorar qué proporción de ciudadanos se ven beneficiados por los recursos asignados a estos programas. Sin embargo, la proporción de indicadores de eficacia, economía o eficiencia (11,5%) que permiten valorar otros aspectos del gasto es escasa. El 41% de los indicadores proveen información de poca utilidad para poder evaluar la calidad del gasto vis a vis el plan de gobierno.